Deberías salir transformado

 

 

 

Deberías salir transformado

Viernes, 19 de febrero de 2018

 

 

Los pacientes no visitan un consultorio médico para tratar a los doctores. Un empresario no busca un consultor de negocios para decirle cómo dirigir su empresa de consultoría. Un hombre no va a la barbería para cortarle el pelo al barbero y una mujer no va a la peluquería para peinar a la peluquera. Y bajo circunstancias normales, los niños no deberían tener que disciplinar a sus padres, la comunidad no debería tener que vigilar a la policía y los estudiantes no deberían tener que enseñar a sus maestros. En cada uno de estos casos, no buscamos ayudar, liderar o cambiar a la otra persona, más bien, buscamos la ayuda y o liderazgo de ellos para ayudarnos a lograr cambios en nuestras vidas. Pero por loco que parezca, como creyentes, cuando oramos generalmente estamos tratando de ayudar, guiar o cambiar a Dios.

 

Como creyentes, orar se ha convertido en el arte de tratar de cambiar, guiar o ayudar a Dios a entender nuestro punto de vista para que Él nos conceda nuestras peticiones. El problema con este enfoque es que asume que sabemos lo que es mejor para nosotros. Si confiamos en nuestros médicos, no deberíamos decirles cómo tratar nuestra condición. O si confiamos en nuestros asesores, no deberíamos tratar de persuadirlos para que nos den el consejo que queremos escuchar, sino más bien el consejo que necesitamos escuchar. Y si confiamos en nuestro Padre Celestial, en lugar de intentar persuadirlo, debemos permitirle que nos persuada Él a nosotros. Es probable que si escuchas con atención tus oraciones, descubras que estás tratando de convencer a Dios de que haga lo que tú quieres en lugar de permitir que Dios te muestre lo que Él quiere y desea para ti.

 

Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,  venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. – Mateo 6: 9-10 NVI.

 

Es realmente asombroso que Dios, Creador del cielo y de la tierra nos permita un acceso ilimitado y gratuito a Su presencia. Es increíble que el Dios Todopoderoso y Omnisciente nos permita entrar a Su presencia tal como somos y que nos permita presentar todas nuestras peticiones y preocupaciones ante Él. Pero al salir de Su presencia, el resultado final no debería ser que pudiste persuadir o cambiar a Dios, sino más bien que fuiste capaz de permitir que Él te persuadiese y cambiase a ti. El resultado final no debería ser que tú impongas tu voluntad, sino más bien que voluntariamente te rindas a Su perfecta voluntad. El resultado final debería ser que salgas de Su presencia como una persona cambiada, diciendo “hágase tu voluntad”.

 

Preguntas:

 

  1. En la enseñanza de Jesús sobre la oración, ¿qué crees que quiso decir cuando dijo: “venga tu reino, hágase tu voluntad?
  2. ¿Cómo debería cambiar la manera en que oras a Dios la frase “venga tu reino, hágase tu voluntad”?
  3. Cuando oras, ¿cuál debería ser tu objetivo?
  4. Cuando oras ¿el objetivo es tu petición o que Dios te guíe y cambie?
  5. ¿Cómo cambiaría tu forma de orar si todas ellas fueran presentadas a Dios en el contexto de “hágase Tu voluntad”?

 

Padre Celestial es absurdo pensar que puedo presentarme ante Ti buscando cambiarte, persuadirte o convencerte de lo que es mejor para mí, cuando Tú eres el único que sabes lo que realmente me conviene. Por eso me rindo ante Ti y te pido que hagas tu voluntad, que siempre es buena, agradable y perfecta; si permito que hagas tu voluntad en mi vida, no sólo voy a recibir lo que realmente necesito, sino que voy a salir transformado.