Maravillosa Gracia

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Maravillosa Gracia

Lunes, 2 de noviembre

 

He leído más libros acerca de la gracia de Dios que cualquier otro tema de la Biblia; es más, cuando leo la Biblia veo la gracias de Dios escrita en cada historia, salmo y enseñanza desde el primer capítulo hasta el último. Si alguien me pidiese que definiera mi experiencia personal con Dios lo pudiera hacer con una sola palabra: “gracia”. Sin embargo, mientras más aprendo de ella y la experimento, más difícil se me hace definirla, y la verdad es que creo que no hay palabras capaces de darle una completa definición a la gracia de Dios. Así que al escribir sobre la gracia no estoy tratando de definirla o explicarla, sino más bien intento compartir lo que he aprendido y experimentado en cuanto a la gracia de Dios.

Juan 1 NVI 14,16,17

 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

Aunque pienso que no existen palabras lo suficientemente poderosas como para definir la gracia de Dios, si tuviera que elegir una esa sería “maravillosa”. Pero como dije anteriormente, mi meta no es darle una definición más a la gracia de Dios, sino más bien quiero compartir lo que he aprendido y experimentado en cuanto a ella y sería algo así: yo actué irresponsablemente y Dios asumió las consecuencias. Yo pequé y Dios me perdonó y llevó el castigo de mis pecados. Yo hice un gran reguero y Dios lo recogió. Yo cometí el crimen y Dios voluntariamente sufrió la sentencia. Me endeudé de tal manera que nunca podría pagar la deuda y Dios tomó mi cuenta y la pagó completa.

En mi experiencia la gracia es un constante recordatorio de lo mucho que necesito a Dios. Sin embargo, me he encontrado con muchos creyentes que ven la gracia como algo débil y prefieren depender de las leyes de Dios. Ellos no creen que la gracia sea lo suficientemente poderosa como para transformar las vidas de las personas, al contrario, piensan que la gente utiliza la gracia como una excusa para continuar con una vida pecaminosa. Sinceramente, creo que los que utilizan la gracia de Dios como excusa para pecar o rechazaron la gracia de Dios en verdad nunca la han experimentado. Y digo esto porque en lo que he aprendido y experimentado encuentro que no hay leyes que tengan la capacidad o el poder de transformar el corazón humano de la manera en que la gracia lo hace. En mi experiencia, es la gracia de Dios la que me trae convicción de mis pecados, pero al mismo tiempo me remueve la culpabilidad. Es la gracia de Dios la que me ha puesto en libertad, pero nunca me suelta. Es la gracia de Dios la que ha colocado mis pies en el suelo, pero a la vez me eleva hasta los cielos. Para resumir, es la gracia de Dios la que ha cambiado mi vida más que cualquier otra cosa en el cielo o en la tierra. No creo que como creyentes debemos minimizar la gracia, por el contrario creo que nuestra responsabilidad es de resaltar y compartir la gracia de Dios.

Lo que he aprendido y experimentado es que la Gracia de Dios es tan poderosa que tiene el potencial de transformar el corazón humano de una manera que ninguna otra cosa en el cielo o en la tierra lo puede hacer. La gracia de Dios es tan poderosa que puede sanar las heridas más profundas del corazón. Tan poderosa que puede tomar personas que están en guerra y unirlas en paz y en amor. La gracia de Dios tiene el poder de sanar familias, comunidades, ciudades naciones ¡aún al mundo entero! La gracia de Dios tiene el poder de romper las barreras políticas, religiosas y raciales. Ninguna ley jamás podrá hacer lo que la gracia de Dios hace en la vida y el corazón de una persona. No puedo definir ni puedo completamente explicar la gracia de Dios, pero lo que sí te puedo decir es que no hay nada que tenga un potencial más grande de transformar tu vida que la maravillosa gracia de Dios.

Padre Celestial qué sería de mi vida sin tu gracia, es tan grande, tan maravillosa que aunque no la entiendo la agradezco profundamente, porque sin ella estaría completamente perdido. Ayúdame a vivir exaltando tu gracia y extendiéndola a otros, porque eso es precisamente lo que tú haces conmigo todos los días de mi vida.