2016 Rico, Saludable y Feliz

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Lunes, 18 de enero

El comienzo del año es tradicionalmente la temporada de las resoluciones, es la temporada en la que reflexionamos sobre nuestra vida y nos preguntamos, ¿qué puedo hacer para convertirme en una mejor persona? ¿Qué puedo hacer para estar más saludable, rico y feliz? Si esta es tu meta, la de mejorar en este nuevo año, entonces quizás deberías hacerte una pregunta diferente, deberías preguntarte, ¿qué puedo hacer para mejorar la vida de las personas a mi alrededor y ayudarlas a ser más saludables, ricas y felices? Porque al final del año ni tus riquezas, ni tu salud o felicidad te harán una mejor persona, lo que te hará una mejor persona será lo que hagas por los demás.

Los creyentes del primer siglo no eran diferentes a los de hoy en día, en que su devoción a Dios era tenía como propósito el alcanzar el bienestar personal. Ellos veían a Dios de la misma manera en que muchos de los predicadores de hoy en día predican sobre Dios como un vehículo para alcanzar salud, riquezas y felicidad. Ellos cometieron el error de confundir su dedicación por ser mejores personas por dedicación a Dios. El problema es que si el enfoque de nuestra dedicación a Dios está enfocada en nosotros mismos, no importa lo que podamos alcanzar y hacer, al final nunca terminaremos siendo mejores personas.

1 Corintios 13: 1-3 NVI

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.

La dedicación a Dios se expresa a través del amor por los demás y no a través de logros personales. El apóstol Pablo entendía que su devoción a Dios era confirmada a través del amor por los demás. Si tu devoción a Dios sólo se trata de “ti” no importa que título obtengas ni lo que hagas; el Apóstol te diría que no eres nada y que no has logrado nada. Ahora, el hacerte la pregunta

¿qué puedo hacer para mejorar la vida de las personas que me rodean? ¿cómo puedo ayudarlas a ser más saludables, ricas y felices? no sólo te hará una mejor persona, sino que también confirmará tu devoción por Dios.

Padre Celestial ayúdame a poner en acción la devoción que tengo por ti, porque de nada me sirve si tengo todos los dones, recursos, talentos y habilidades y no los activo para invertirlos en el beneficio de los demás, ayúdame a mejorar la vida de otros, porque esa es la única manera en la que realmente puedo llegar a ser una mejor persona.