No Es Lo Que Yo Esperaba

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Lunes, 8 de febrero

Es fácil alabar a Dios cuando todo va bien, cuando vez un futuro prometedor lleno de esperanza. Pero de vez en cuando la vida te lanza una curva y te encuentras justo en el medio de una tormenta fuera de tu control, lidiando con una familia destruida, una condición de salud o quizás problemas financieros. Antes de la tormenta veías a Dios en cada área de tu vida, confiabas en Él, pero ahora ocurrió lo inesperado. De repente no es tan fácil confiar en Dios, de repente Dios parece estar ausente, no es lo que se esperaba de Él.

Jesús había enviado a los discípulos a un viaje misionero en el cual Él no los iba a acompañar, era como un tipo de entrenamiento. Horas después ellos regresaron triunfantes acompañados por una multitud de personas que habían reclutado, estaban seguros de que Jesús los iba a alistar para derrocar a su gran enemigo el Imperio Romano. Pero Él no hizo absolutamente nada de lo que ellos esperaban, Jesús mandó a sus discípulos a montarse en un barco, despidió a la multitud y luego Él se fue a pasar tiempo a solas con Dios. Esto no era precisamente lo que los discípulos esperaban que Jesús hiciera.

Mateo 14: 22-24 NVI

En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado mientras Él despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí Él solo y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario. En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados.

Ya había atardecido, lo más probable es que los discípulos se sintieran un poco desanimados por lo que Jesús les mandó a hacer y mientras navegaban sobre las aguas de repente se desató una gran tormenta. Nuevamente no era lo que esperaban, ¿Cómo es que Jesús los dejó solos en medio de la tormenta? Es probable que ellos se hicieran la misma pregunta que nos hacemos nosotros cuando de repente nos encontramos golpeados por las tormentas que se desatan inesperadamente en nuestras vidas, ¿Si Dios es Dios porqué permitió que….?

Mateo 14: 25-27 NVI

 En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. —¡Es un fantasma! —gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.

Los minutos se convirtieron en horas y no había indicación alguna de que Jesús los podría salvar de esa tormenta, pero poco antes del amanecer aparece Jesús caminando sobre las aguas. En lugar de alabar a Dios, se asustaron, en vez de gritar de jubilo gritaron de miedo. Pero cuando Jesús subió a la barca con los discípulos, de la misma manera repentina que apareció la tormenta, así mismo el viento se calmó y la tormenta desapareció. Y luego algo maravilloso sucedió en las vidas de los discípulos.

Mateo 14:33 NVI

Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios.

Justo cuando atraviesas las tormentas de la vida es que vas a descubrir que Dios es más grande que las expectativas que tienes de Él. Y aunque no puedas verlo, no significa que Él no te está viendo a ti. No temas, no es un fantasma y el sonido que oyes no es el viento, sino más bien es el sonido de Su voz que te dice cálmate, no tengas miedo.

Es fácil alabar a Dios cuando todo marcha bien, pero sólo podrás adorarlo cuando atravieses las tormentas inesperadas e incontrolables de la vida y Él aparezca para rescatarte. Porque descubrirás, no al Dios de tus expectativas, sino más bien al Dios que sobrepasara todas las expectativas que tienes de Él.

Amado Jesús, Tú me advertiste que en este mundo iba a tener aflicción, que iban a venir tormentas a mi vida que yo no esperaba, pero también me dijiste que no temiera porque te tengo a ti de mi lado. Gracias Señor, porque es precisamente en esos momentos que Tú apareces rescatándome y superas cualquier expectativa que yo haya tenido de ti. Como dijo Job, de oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven.