Recuperando la influencia – Bobby Cruz Jr

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Jueves, 07 de abril

La autoridad posicional da el poder para obligar a las personas, mientras que la autoridad moral da el poder para influenciarlas. Con la autoridad posicional puedes torcer brazos, pero es a través de la autoridad moral que puedes influenciar las mentes y los corazones. Algunas personas nacen con alguna posición de autoridad y otras trabajan fuertes para adquiridla. Sin embargo, nadie nace con autoridad moral, porque esta autoridad se edifica con el tiempo a través de carácter e integridad. El carácter o la integridad es el ingrediente principal del cual se compone la autoridad moral; sin ella nunca podrás tener autoridad moral.

 

Nehemías 5:15-16 NIV

En cambio, los gobernadores que me precedieron habían impuesto cargas sobre el pueblo, y cada día les habían exigido comida y vino por un valor de cuarenta monedas de plata. También sus criados oprimían al pueblo. En cambio yo, por temor a Dios, no hice eso. Al contrario, tanto yo como mis criados trabajamos en la reconstrucción de la muralla.

 

Nehemías llegó de Persia a Jerusalén como gobernador designado de Judá; su nombramiento le proporcionaba una amplia gama de autoridad posicional. Sin embargo, durante un período de doce años voluntariamente escogió pasar por alto muchas de sus ventajas y privilegios como gobernador por el bien de la reconstrucción de los muros y por respeto a Dios. Él sentía que si le iba a pedir a la gente que sacrificasen su tiempo y dinero, él entonces debía dar el ejemplo. Este acto fue lo que finalmente lo llevó a convertirse en una persona cuya influencia superaba su autoridad posicional como gobernador.

 

Por desgracia las estadísticas muestran que en el cristianismo la autoridad moral ha ido reduciéndose en todo el mundo, por lo tanto, nuestra capacidad para influenciar al mundo también ha disminuido. No porque somos imperfectos, más bien es a causa de una deficiencia de carácter. Lo que decimos a menudo no coincide con lo que hacemos. Y estamos pagando un precio alto por esto. No sólo a nivel mundial sino también en una escala más íntima y personal; como padres, como amigos, como ministros, negociantes y en tantas otras áreas. Tenemos que recuperar la autoridad moral y la única manera de hacerlo es comprometiéndonos a formar nuestro carácter e integridad.

 

Pero, ¿quién determina lo que es carácter e integridad? ¿Quién determina lo que es bueno y lo que es malo? ¿Quién determina qué privilegios se deben sacrificar voluntariamente por causa de la autoridad moral? Para Nehemías Dios era la vara a través de la cual él medía cómo debería ser su carácter.

 

La formación del carácter comienza con el compromiso de hacer lo que es correcto según lo determinado por Dios. Cuando convenga y cuando no convenga. Cuando sea fácil o cuando sea difícil. Cuando te guste y cuando no te guste. Cuando estés de acuerdo o cuando no lo estés. Nehemías, como gobernador de Judá, decidió que se conduciría de acuerdo a las normas de Dios y no a de acuerdo a las normas que le correspondían como gobernador.

 

Como cristianos no hemos sido llamados a obligar a las personas, sino más bien hemos sido llamados a influirlas. Pero esto sólo es posible cuando estamos listos para priorizar el carácter y la integridad por encima de las bendiciones y los privilegios, cuando entendemos que es más importante en quiénes nos estamos convirtiendo en vez de qué estemos adquiriendo. Hemos sido llamados a ser personas de Autoridad Moral.

 

Padre Celestial ayúdame a desarrollar autoridad moral a través de mi carácter e integridad, que para mí siempre sea más importante en quién me estoy convirtiendo que lo estoy logrando, porque al final de mi vida, cuando llegue a tu presencia es lo que va a tener un valor eterno; y mientras estoy en este mundo es la única manera que tengo para influenciar a otros y acercarlos a ti.