Este es mi mandamiento – Bobby Cruz Jr

 

 

 

Miércoles, 14 de septiembre

 

Si te preguntase cuál es tu personaje favorito de la Biblia apuesto que lo escogerías por causa de su fe. Lo más probable es que sea alguien que tuvo que confiar en Dios a pesar de las dificultades o las imposibilidades de sus circunstancias. Apuesto a que tu héroe bíblico fue una persona que creía que Dios era quien decía que era y que confiaba en que Dios haría lo que prometió hacer. Pero en mi humilde opinión ninguno de los héroes de la fe jamás podrá sobrepasar la fe de Jesús.

 

Cuando leemos los Evangelio y estudiamos la vida de Jesús, siempre debemos recordar que aunque Jesús era el Hijo de Dios en un cuerpo, también fue completamente humano, Tanto así que tuvo que desarrollarse y aprender al igual que tú y yo. Jesús tuvo las mismas limitaciones humanas que nosotros tenemos y al igual que nosotros Él también fue tentado, sólo que nunca pecó. Pero a medida que Jesús crecía también lo hacía su fe, a tal grado que sólo Él hacía lo que Dios le decía que hiciese, sólo hablaba lo que Dios le decía que hablase y hasta en el tono que Dios quería que lo dijese. Ahora bien, si alguna vez hubo alguien que pudo haber hecho y dicho lo que quisiese con el tono que le pareciese ese fue Jesús. Pero la fe de Jesús era tal que Él no se movía ni hablaba a menos que fuese bajo la dirección de Dios.

 

Ahora piensa en lo siguiente, si tener fe es hacer todo lo que Dios nos manda a hacer y hablar sólo lo que Dios nos manda a hablar, entonces tener fe es imposible. Para comenzar, ni siquiera sabemos cuáles son todas las cosas que Dios nos ha mandado hacer o dejar de hacer; y las cosas que sabemos que Dios nos ha mandado a hacer ni siquiera las practicamos todas. La buena noticia es que tener fe es simple, todo lo que tenemos que hacer es seguir el mandato de Jesús.

 

JUAN 15:12 NVI

Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.

 

MATEO 22: 35-40 NVI

 Uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó para probarle:

—Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.

 

El ser una persona de fe no es complicado. Todo lo que se necesita es tener el compromiso de amar a Dios por encima de todo, incluso por encima de nuestras propias vida. Y luego amar a los demás como Él nos ha amado a nosotros. Y si esto te parece difícil, entonces ama a los demás tanto como te amas a ti.

 

El ponerte en los zapatos de Jesús es amar a Dios con todo su corazón, alma y mente. Y luego amar al prójimo como a ti mismo.

 

Padre Celestial quiero tener fe, quiero ser como Jesús, que no decía ni hacía nada que Tú no le hubieses mandando. Sé que la prueba de que realmente te amo es mi obediencia a ti. Ayúdame a amarte cada día más, que Tú seas siempre lo primero en mi vida y que no haya nada más importante que Tú, porque si hago esto con toda seguridad también voy a amar a los demás.