Código de acceso: NUNCAOLVIDES

 

 

Lunes, 09 de enero

 

Uno de los aspectos negativos de vivir en una sociedad moderna es tener que recordar tantos códigos de acceso. Tenemos códigos de acceso para acceder a nuestras computadoras, teléfonos celulares, cuentas bancarias, tarjetas de crédito, correos electrónicos, líneas aéreas, escuelas y médicos; para casi todo lo que hacemos hoy en día necesitamos recordar un código de acceso. Algunos de estos códigos son extremadamente importantes, mientras que otros son de menos importancia. Hay algunos que podemos olvidar, pero hay otros que nunca debemos olvidar. Lo mismo es cierto en todas las demás áreas de nuestras vidas, hay cosas que se pueden olvidar, pero hay otras que nunca debemos olvidar.

 

Aquellos de nosotros que somos seguidores de Jesús nunca deberíamos olvidar que Dios ha perdonado todos nuestros pecados. Pero la verdad es que tendemos olvidar que nuestros pecados grandes o pequeños eran una montaña escalable, una deuda que no teníamos manera de pagar, una deuda que se había convertido en una barrera entre Dios y nosotros. Olvidamos que la razón por la cual la barrera ya no existe es porque Jesús tomó nuestro lugar al ser colgado en la cruz para remover la barrera que existía entre Dios y nosotros.

 

Casi nunca nos detenemos para mirar atrás y recordar cuan desesperanzados, perdimos y desconectados estábamos de Dios. Somos una generación que constantemente se siente abrumada por las injusticia personales, pero casi nunca nos sentimos abrumados por la injusticia que Cristo tuvo que soportar por nuestros pecados. La verdad es que si Dios nunca hicieran nada más por nosotros, ya ha hecho muchísimo más de lo que merecíamos o pudiésemos esperar.

 

Salmos 103: 1-3 NVI

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor,  y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados

 

Al mirar hacia adelante en este nuevo año, probablemente nos será de provecho el recordar que para avanzar debemos mirar hacia atrás de lo que Dios ha hecho por nosotros. En este nuevo año tu código de acceso es: NUNCAOLVIDES.

 

¡Padre Celestial todo mi ser alaba tu santo nombre y te agradece lo que tu amado Hijo Jesucristo hizo por mí! Cuando miro hacia atrás y veo que estaba completamente perdido y sin esperanza de salvación hasta que Jesús llegó a mi vida, no sólo me hace amarlo y desear servirle cada día más, sino que me recuerda que es imposible olvidar. Gracias Señor por ese nuevo código de acceso que le das a mi vida.