El amor es una decisión, no una emoción

 

 

 

Jueves 19 de enero

 

 

El amor (en el sentido cristiano) no es una emoción. No es un estado de sentimientos sino de voluntad. Actúa como si amas. No te quedes ahí sentado tratando de fabricar emociones. – CS Lewis

 

Donde hay amor siempre hay fuertes emociones; el amor y las emociones son inseparables. Cuando nos enamoramos de algo o de alguien, muchas personas bien intencionadas nos dicen “sigue lo que te dicta tu corazón”. Pero la mayoría de nosotros hemos vivido lo suficiente como para haber aprendido que nuestros corazones no son nuestros mejores asesores cuando se trata de casi cualquier cosa, especialmente de los asuntos del corazón. La otra cara de la moneda es que nuestras emociones también nos causan el no amar a personas que deberíamos amar. El problema con un sistema de amor alimentado por las emociones es que nos lleva a tratar a las personas de la manera que nos tratan, a amar a los que nos aman o a amar a quienes nos benefician. Pero cuando abrimos la Biblia descubrimos que Jesús quiere que amemos a los demás a pesar de nuestras emociones. Jesús decía cosas como, cualquiera ama a sus amigos, pero yo quiero que amen a sus enemigos, quiero que ames a los demás como yo te he amado a ti. El problema es que cuando permitimos que la manera en que amamos a otros sea alimentado por nuestras emociones, el enfoque siempre son mis derechos, respeto y justicia. El problema es que esta forma de amar nos lleva a intentar convencer, controlar y traer convicción a otros. Pero este sistema nunca funcionará porque nadie se siente sinceramente amado por las personas que intentan imponer su agenda en las vidas de los demás. Porque el amor (en el sentido cristiano) no es una emoción si no una decisión.

 

Filipenses 2: 3-8 NVI

 

No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo  y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!

 

Mientras que el sistema de amar de este mundo se basa en las emociones y se justifica a través de los derechos, el respeto y la justicia para luego ejecutarse a través del intento de convencer, controlar y de la convicción. El sistema de amor de Dios es manifestado a través de Jesucristo, quien primero pone a un lado sus derechos y luego lo ejecuta a través del servicio y el sacrificio.

 

En el sentido cristiano, el amar no debería ser dictado por las emociones, sino más bien por la decisión de servir y estar dispuesto a sacrificarse, a pesar de las emociones.

 

Padre Celestial gracias por enseñarme a amar a otros de la manera que tú me amas a mí, no dejándome llevar por las emociones, sino por la decisión de servir y sacrificarme por amor a ti y por amor a mi prójimo. No hay un mejor ejemplo de esta clase de amor que el tuyo amado Jesús, que no tomaste tu condición de Hijo de Dios como algo a que aferrarte, sino que por el contrario, te humillaste y fuiste obediente hasta la muerte y muerte en la cruz.