¡Obviamente necesito ayuda!

 

 

 

Viernes, 03 de marzo

 

Como dijo Einstein, “La locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Si vas a tomar la decisión de ser feliz vas a tener que hacer algunos cambios en tu vida. Tendrás que cambiar la manera en que lidias con tus heridas del pasado, tus problemas y hábitos presentes y las preocupaciones que sientes al mirar hacia el futuro. Pero nunca cambiarás y lograrás ser verdaderamente feliz hasta que aceptes algunos hechos de la vida.

 

  1. El saber lo que correcto no es suficiente
  2. Las buenas intenciones no son suficientes
  3. Tu fuerza de voluntad no es suficiente

 

Romanos 7: 15-17 DHH

 

No entiendo el resultado de mis acciones, pues no hago lo que quiero, y en cambio aquello que odio es precisamente lo que hago. Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco con ello que la ley es buena.

 

Hay áreas en tu vida que por más que lo intentes nunca serás capaz de cambiarlas. Éste es precisamente el dilema que tenía el apóstol Pablo. Obviamente Pablo no estaba falto de entendimiento o del deseo de hacer lo correcto, lo que le faltaba era la habilidad de poder hacerlo. Sin lugar a dudas Pablo no tenía lo que se necesitaba para lograr vencer, obviamente su conocimiento, intenciones y fuerza de voluntad no eran suficientes. Y de la misma manera en que Pablo necesita un milagro en su vida, no una segunda oportunidad o más fuerza de voluntad, tú también vas a necesitar otra fuente de poder, vas a necesitar la gracia de Dios.

 

La decisión de ser feliz comienza cuando reconoces que obviamente necesitas ayuda y cuando comienzas a orar de esta manera experimentarás la gracia de Dios:

 

“Dios permíteme el valor y la fuerza de voluntad de admitir que no soy capaz de controlarme a mí mismo y que no tengo el poder para controlar las consciencias de mis heridas y errores del pasado, o para controlar mis malos hábitos del presente, ni el poder para no temer al mirar hacia el futuro”.

 

La gracia es el poder de Dios para perdonarte y sanarte tus heridas, problemas y hábitos, y también es el poder sobrenatural que Dios te concede para hacerle frente a tus heridas, tus complejos y malos hábitos.

 

Santiago 4: 5 RVC

 

“Dios se opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes”.