Felices Los Mansos

 

 

Viernes, 17 de marzo

 

Imagínate que preparas una gran fiesta de cumpleaños para alguien especial en tu vida; te encargas de conseguir el lugar donde se va a realizar la fiesta, la comida que vas a servir, la música y las decoraciones. El único problema es que la persona que cumple años no fue invitada a la fiesta. Imagínate celebrar los 50 años de casados de tus padres, pero no los invitas a ellos a la celebración. Una celebración sin el invitado no tiene ningún sentido. Sin embargo, esta misma dinámica ocurre en nuestras vidas cuando se trata de nuestra relación con nuestro Padre Celestial. Decimos que creemos en Dios, le damos las gracias, le cantamos canciones y le pedimos su bendición; sin embargo existe un problema, lo hemos dejado fuera de la celebración.

 

Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. – Jesús (Apocalipsis 3:20 NVI)

 

En el sermón del monte Jesús dijo lo siguiente: “Felices los mansos”. En la Biblia, la palabra mansedumbre se refiere a aquellos hombres y mujeres que deciden depender de Dios en vez de sus propias fuerzas; entienden que necesitan un poder superior a la de ellos mismos. Si alguna vez vas a ser verdaderamente feliz vas a necesitar ser manso y reconocer tu necesidad de una fuente de poder externa para lograr superar algunas áreas de tu vida, y esa fuente de poder externa es Dios. La única condición es que vas a tener que abrirle la puerta a su Hijo Jesús e invitarlo a entrar en cada área de tu vida.

 

Abriendo la puerta a Jesús:

 

  1. Acepto al Hijo de Dios como mi Salvador. Muchos de nosotros diríamos que Jesús es nuestro Salvador, pero la salvación de Jesús no se limita al cielo y al infierno, ni a la vida y la muerte. Jesús quiere ser el Salvador de cada área de nuestras vidas. Especialmente en esas áreas que no podemos ser verdadera y consistentemente felices. La mansedumbre requiere que le permitas a Jesús ser el Salvador de toda tu vida.

 

Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.

– Hechos 16:31 NTV

 

2. Acepto la Palabra de Dios como mi regla de vida. Todos vivimos en base a algún tipo de regla o código. Ya sea que lo sepas o no, tienes una regla de vida en lo ético, moral, financiero, relacional; todos tenemos una norma para cada área de nuestras vidas. La mansedumbre requiere que aceptemos la palabra de Dios como nuestra regla de vida.

 

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. – 2 Timoteo 3:16 NTV

 

  1. Acepto la voluntad de Dios como mi estrategia. No sólo tenemos un regla de vida, también tenemos una estrategia y nuestra estrategia se basa en lo que sentimos es nuestro propósito. Para algunos su propósito es hacerse ricos y para otros es tomarse la vida con calma. La mansedumbre requiere que descubramos la voluntad y el propósito de Dios para nuestras vidas.

 

Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. – Efesios 2:10 NLT

 

  1. Acepto el poder de Dios como mi fuerza. Hay cosas que no podemos hacer. Y hay áreas en nuestras vidas que no importa cuánto lo intentemos, no tenemos la habilidad para cambiarlas. La mansedumbre requiere que dependamos del poder de Dios y no de nuestros propios esfuerzos.

 

Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.

– Filipenses 4:13 NLT

 

Padre Celestial acepto a tu Hijo Jesús como el Salvador de todas las áreas de mi vida, acepto tu palabra como regla de vida, acepto tu voluntad como mi estrategia y acepto tu poder como mi fuerza. Ayúdame a apoyarme en ti con todo mi corazón y no en mi propia prudencia, enséñame a reconocerte en todos mis caminos, porque sólo Tú puedes enderezar mis veredas.