Sano y Limpio

 

 

 

Viernes 24 de marzo

 

Por difícil que sea admitirlo, todos llevamos la culpabilidad por dentro. Algunas personas se sienten culpables por lo que hicieron y otras por lo que no hicieron. Sea cual sea tu razón, la culpabilidad es una emoción negativa que crea en nosotros vergüenza y angustia. La culpabilidad nos paraliza y nos mantiene atascados en el pasado y mientras más la carguemos en nuestras vidas más su impacto negativo se manifestará exteriormente. A veces podemos usar la culpabilidad como una razón para cambiar y ser sanados de nuestras heridas, para superar nuestros complejos o para librarnos de nuestros malos hábitos. Sin duda alguna la culpabilidad es perjudicial en todas las áreas de nuestras vidas. Lo interesante es que la culpabilidad en sí no es el problema, el pecado es el problema. La culpabilidad es sólo un síntoma que nos recuerda que hemos sido infectados por el pecado. Porque la culpabilidad es el síntoma y no el problema, no importa lo mucho que ignoremos, neguemos o culpemos a otros por ello, no podemos deshacernos de su impacto negativo. Para deshacernos de la culpabilidad debemos tratar la raíz del problema, el pecado.

 

  1. Haz un inventario moral personal

Haz una lista de todo lo que haces o no haces pero deberías estar haciendo, que te crean culpabilidad, sé específico.

 

  1. Toma responsabilidad por tus faltas

No te excuses, ignores o culpes a los demás por tus faltas.

 

  1. Pídele perdón a Dios

Ahora llévale todos tus pecados y faltas a Dios y pídale que te perdone. Él promete perdonar y limpiarte de todos tus pecados.

 

  1. Confiésale tus faltas a otra persona

Este es definitivamente el más difícil de todos los pasos, sin embargo es esencial. Cuando le pedimos a Dios que nos perdone, Él nos limpia de nuestros pecados, pero cuando confesamos nuestros pecados a otros la Biblia dice que Dios nos sana de nuestro pecado. Pero eso sí, asegúrate de escoger a la persona adecuada. Nunca escojas a una persona del sexo opuesto. Elige a una persona en la que puedas confiar y que tenga la madurez para escuchar tu confesión sin juzgarte.

 

  1. Perdónate como Dios te ha perdonado

Ahora todo lo que queda es aceptar el perdón de Dios y perdonarte de la misma manera que Dios te perdona. ¿Cómo nos perdona Dios? Su perdón es inmediato, gratuito y completo.

 

Es a través del perdón de Dios y de la obediencia a su palabra que somos perdonados, limpiados y sanados de los efectos negativos del pecado. No hay que hacer sacrificios personales, el sacrificio de Cristo es más que suficiente.

 

Hebreos 9:14 NLT

Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados.

 

Gracias Amado Jesús por morir por mis pecados, tu gran sacrificio es más que suficiente, lo único que yo tengo que hacer es aceptar mi pecado, confesártelo a ti y a otra persona y aceptar tu maravilloso perdón. Gracias Padre Celestial, porque no tengo que vivir con los efectos dañinos de la culpabilidad, ¡Tú me haces libre!