Justicia Acreditada

 

 

 

Miércoles, 21 de junio

 

Probablemente sea la pregunta más importante de todos los tiempos, ¿cómo sabemos que estamos bien con Dios? Las tres religiones principales tienen respuestas diferentes a esta pregunta. Los judíos dicen que para estar bien con Dios tienes que haber nacido o ser adoptado en una familia hebrea. Los musulmanes dicen que se trata de escuchar a los profetas de Alá y hacer buenas obras. Y dependiendo de qué denominación cristiana seas la respuesta es diferente, algunos dicen que necesitas guardar los diez mandamientos y otros que necesitas ser bautizado.

 

Lo único que las tres religiones más importantes del mundo tienen en común es su punto de partida. Y el punto de partida no se trata de un lugar sino un hombre, Abraham. Es difícil entender por qué Dios lo eligió, porque la verdad es que fue un hombre profundamente imperfecto. Supongo que si Dios hubiera esperado por un hombre perfecto nunca habría empezado. Pero Dios con comenzó haciéndole tres promesas a Abraham.

 

La primera promesa, “Haré de ti una nación grande.” (Génesis 12: 2 NVI) Al mirar a través de la historia, vemos que Dios cumplió esa promesa. Como dije anteriormente, las tres religiones principales nacieron de Abraham.

 

La segunda promesa, “haré famoso tu nombre, y serás una bendición.” (Génesis 12: 2 NVI) Dios también cumplió esta promesa; Abraham es quizás la figura histórica más famosa que jamás haya existido. Más que Jesús, porque Jesús nació casi 1,900 años después de Abraham.

 

La tercera promesa, “¡por medio de ti serán bendecidas  todas las familias de la tierra!” (Génesis 12: 3 NVI) Dios está todavía en el proceso de cumplir esta promesa, pero que comienzo, los judíos dicen que son benditos por causa de Abraham, Los musulmanes dicen que son bendecidos por causa de Abraham y nosotros los cristianos decimos lo mismo.

 

Ok, ahora permítanme volver a la pregunta original, ¿cómo sabemos que estamos bien con Dios? Avancemos la historia, Abraham ahora es un anciano y su esposa ya estaba demasiado avanzada en edad para tener hijos. Abraham no tenía ningún hijo, ni familia y mucho menos una nación y la persona en línea para heredar la fortuna de Abraham era su sirviente, Eliezer. Una noche, cuando Abraham oraba frustrado por su situación, Dios se le presentó y le dijo:

 

―¡No! Ese hombre no ha de ser tu heredero —le contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo. Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: ―Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!

Abram CREYÓ al Señor, y el Señor se lo RECONOCIÓ como JUSTICIA.

 

Es increíble que la respuesta a una de las preguntas más complicadas de todos los tiempos, ¿Cómo sabemos que estamos bien con Dios? Fue contestada por Dios unos 4,000 años atrás. Abrahán decidió creer que Dios cumpliría sus promesas aunque a él le parecía completamente imposible y Abraham un hombre profundamente imperfecto fue acreditado con una posición justa delante de Dios simplemente porque le creyó.

 

Creer en las promesas de Dios es el punto de partida de nuestra fe y cuando le creemos a Dios nosotros también, no importa lo imperfectos que seamos, seremos acreditados con una posición justificada delante de Dios.

 

»Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. – Juan 3:17 NVI.

 

Padre Celestial gracias por contestarme esa pregunta de si estoy bien contigo a través de Abraham, porque puedo estar seguro de que lo único que tengo que hacer es creerte a Ti y Tú me lo reconoces como justicia. Así de simple es mi relación contigo, yo sólo creo en tus promesas y Tú me das una posición justificada delante de Ti, sin importar qué tan imperfecto yo sea, porque depende de quién Tú eres y no de quien soy yo. Gracias por tu gran e incomparable amor.