Gloria a Dios!

 

 

Lunes, 04 de diciembre

 

Me gustaría confesarles que hubo un tiempo en el que orar me parecía un ejercicio muy incómodo y no sabía por qué. Así que decidí analizar mis oraciones con la esperanza de descubrir la razón de esta incomodidad, e inmediatamente me di cuenta del problema. Déjenme compartir con ustedes cómo mis oraciones prácticamente sonaban para ver si se dan cuenta de cuál era el problema. De esta manera oraba: “Gracias Señor por todo lo que has hecho por mí. Gracias Señor por mi familia, mis amigos, mi salud, mi… Y te pido que bendigas a mi familia, mis amigos, mi…” ¿Te diste cuenta? El problema era que todas mis oraciones se trataban de mí. En esencia todas mis oraciones eran para darle gracias a Dios por todo lo que me había dado y para pedirle que me diera más; mis oraciones se trababan de mi, ósea para mi gloria.

Romanos 11:36 RVC

Ciertamente, todas las cosas son de él, y por él, y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.

Aparentemente parecía que no había nada malo con mis oraciones, ¿qué puede haber de malo en dar gracias a Dios y buscar su bendición? La respuesta es nada. Pero la verdad es que Dios no me ha creado para mi gloria, Dios me creó para darle la gloria a Él. La mayoría de los creyentes de hoy actúan como si Dios existiese para bendecirnos y bendecirnos al punto de que nuestras vidas estén llenas de gloria. Pero el versículo que leímos hoy nos afirma que todo viene de Dios, todo fue hecho por Dios y que todo se hizo para dar gloria a Dios ¡y eso nos incluye a ti y a mi!

Después de analizar la manera en que oraba y al ver cuan egocéntricas eran mis oraciones decidí hacer un gran cambio. Resolví que iba a centrar mis oraciones en traerle la gloria a Dios. Ahora mis oraciones son algo así: “Gracias Señor por lo que has hecho por mi, por mi familia, mis amigos, mi salud, mi… Y te pido que bendigas a mi familia, mis amigos, mi… Y que todas las bendiciones que me has dado las pueda utilizar para traerte la gloria a ti y que sólo me concedas las peticiones que te traigan la gloria a ti”.

¿Ves que simple es? Dios no me ha creado para mi gloria, sino que Dios me creó para traerle la gloria a Él.

Padre Celestial, fui creado por ti y para ti y hay veces que cometo el terrible error de pensar que se trata de mí cuando nada podría estar más lejos de la verdad. Que todo lo que yo tenga y todo lo que yo busque te lleve a ti la gloria por siempre. ¡Amén!