A 238,000 millas de la Tierra

 

 

A 238,000 millas de la Tierra

Viernes, 12 de enero de 2018

 

Cuando era joven y vivía en Colorado Springs tuve el gran privilegio de visitar a un héroe estadounidense y su familia, el astronauta del Apolo 15 James (Jim) Irwin. Quedé muy impresionado e impactado por el relato que contó Jim de su encuentro con Dios cuando se encontraba en la superficie de la luna a 238,000 millas de distancia de la Tierra. Jim Irwin fue el octavo hombre en pisar la luna y el primero en viajar en un vehículo lunar.

 

Jim y su compañero astronauta, Davis Scott, pasaron casi tres días en la superficie de la luna trabajando casi sin descanso para poder recolectar cerca de doscientas libras de material geológico. Los médicos a cargo del control de misiones que monitoreaban a Jim y Scott se alarmaron al descubrir que ambos hombres habían desarrollado latidos cardíacos irregulares mientras trabajaban.

 

La condición de Irwin era de gran preocupación porque la temperatura fuera de su traje espacial estaba llegando a los 150° F y su tubo de agua estaba obstruido, por lo que no podía hidratarse. Mientras que los médicos en el control de misiones debatían sobre cuál sería la mejor forma de lidiar con la situación, Jim y Scott seguían trabajando ajenos a su condición física.

 

Jim y Scott tenían la tarea de realizar un experimento planificado, pero Jim estaba teniendo una gran dificultad con algunas de las partes necesarias para realizar dicho experimento. En total frustración, Jim decidió orar diciendo: ¡Dios, necesito tu ayuda ahora mismo! En ese momento, Jim dice que sintió la presencia de Jesús tan poderosamente que se dio vuelta literalmente pensando que Jesús estaba parado allí con él. En ese momento, Jim explica que Dios le dio la sabiduría necesaria para resolver su problema. Este poderoso encuentro transformó la vida de Jim Irwin para siempre y, al regresar a la tierra, renunció a la NASA y dedicó el resto de su vida a testificar acerca Jesucristo.

 

Jim Irwin oró mientras estaba en la luna pasando por una situación difícil y se encontró con Jesús en su “espacio sagrado”, a 238,000 millas de la tierra. Tú también puedes encontrar a Jesús orando y creando un “espacio sagrado” justo ahí donde te encuentras.

 

Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en Él se refugian.

– Salmos 34: 8 NVI

 

Preguntas:

 

  1. ¿Tienes un “espacio sagrado”, un lugar donde te relacionas con Dios?
  2. ¿Cuáles son algunos de los lugares donde más has sentido la presencia de Dios?
  3. ¿De qué manera Su presencia impactó o cambió tu vida?
  4. ¿Estás en un lugar o en una situación difícil en la que necesitas que aparezca Dios? Si es así, ¿qué deberías hacer?

 

Padre Celestial, gracias por ese espacio sagrado adonde me puedo encontrar contigo y ser transformado cada día de mi vida. Puedo vivir con la plena confianza de que no importa adonde me encuentre o cual sea la situación que estoy enfrentando, Tú siempre apareces para darme la sabiduría y la paz que necesito a través de tu gran amor.