Desbloqueado

 

 

Desbloqueado

Jueves, 25 de enero de 2018

 

Un teléfono celular bloqueado no te permite obtener acceso a tus funciones ni a la información que tengas programada. Una puerta cerrada con llave mantiene a la gente afuera y una cárcel mantiene a sus prisioneros aislados de la sociedad. Si alguna vez se te ha bloqueado el teléfono o te has quedado afuera sin llaves sabes lo mal que se siente. Tal vez perdiste las llaves y no pudiste entrar a tu casa o auto. Quizás olvidaste el código y perdiste el acceso a tus cuentas en línea. O en un caso extremo, tal vez conoces a alguien que cometió un crimen y fue encarcelado y aislado de la sociedad. Esto es precisamente lo que el pecado nos ocasionó en nuestra relación con Dios, nos bloqueó y nos alejó de la presencia de Dios.

 

Como cristiano recuerdo que la primera enseñanza que recibí fue que Jesús murió en una cruz para lavarme y perdonarme mis pecados. Esa barrera impenetrable del pecado había sido eliminada, la puerta estaba abierta y ahora mediante el sacrificio de Jesús yo tenía acceso directo a la presencia de Dios. En aquellos primeros días también se me enseñó que debía evitar pecar a toda costa, porque si no mis pecados nuevamente me apartarían de la presencia de Dios. La verdad es que como un creyente recién nacido no sentía deseo alguno de pecar e inocentemente pensé que jamás volvería a pecar. Oh, pero estaba completamente equivocado. Pronto descubrí que el pecado todavía estaba presente en mi vida; por más que quería no podía evitarlo a pesar de que sinceramente lo intenté. Me sentía muy parecido al apóstol Pablo cuando dijo: Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí”. Siendo totalmente honesto, aun siento un gran deseo de vivir una vida sin pecado. Pero la verdad es que no creo que haya pasado un solo día desde que conocí a Jesús que no haya pecado, en pensamientos, palabras o acciones.

 

Pero entiendo algo que muchos creyentes no han logrado comprender, el hecho de que cuando Jesús dio su vida lo hizo por todos nuestros pecados. No solo los pecados que cometimos en el pasado, sino también todos los pecados que cometeríamos en el futuro; Su sacrificio fue perfecto y completo. Como creyentes, la mayor consecuencia de nuestro pecado se eliminó en el momento en que aceptamos a Jesús como nuestro suficiente Salvador; el pecado perdió su poder para separarnos de Dios. Sí, aun sufrimos las consecuencias cada vez que pecamos, pero el ser excluidos de la presencia de Dios no es uno de ellas. Asalta un banco y probablemente irás a la cárcel. Sele infiel a tu pareja y probablemente vas a perder tu matrimonio. Sí, es cierto que el  pecar siempre tiene sus consecuencias, pero ya no tiene el poder de separarnos de nuestro Padre Celestial.

 

Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. – Hebreos 4:16 NTV.

 

Adán y Eva tienen la horrenda distinción de haber sido los primeros pecadores y su reacción inicial después de pecar fue la de esconderse de Dios. La mayoría de nosotros hoy en día aun tendemos a actuar de la misma manera. Cuando caemos en algún pecado en vez de correr a Dios huimos de Él y hacemos todo lo posible para escondernos y/o evitarlo. De ninguna manera estoy tratando de insinuar que está bien pecar; como dije anteriormente, el pecado siempre tiene sus consecuencias y nunca son buenas. Lo que estoy tratando de decir es que mientras Dios está en el proceso de renovar nuestras vidas, muchas veces nosotros vamos a pecar. Pero lo que siempre necesitamos recordar es que Jesús nos abrió la puerta que nos permite entrar a la presencia de nuestro Padre Celestial, no necesitas esconderte de Él o evitarlo. Y siempre que peques, cada vez que vayas delante de tu Padre Celestial, Él promete ser misericordioso contigo. Por lo tanto, cuando el pecado se aprovecha de ti, no huyas de Dios, sino que con absoluta confianza acercarte a Su trono donde siempre recibirás misericordia y gracia.

 

Preguntas:

  1. ¿Alguna vez has experimentado el quedarte afuera sin poder entrar, el tener tu teléfono bloqueado sin poder accederlo? ¿Como te sentiste? ¿Por qué?
  2. ¿Cuál es tu creencia personal sobre el pecado?
  3. ¿Cuáles han sido algunas de las consecuencias de tus pecados?
  4. Cuando pecas, ¿cuál es tu inclinación inicial? ¿corres hacia Dios o lo evita o te escondes de Él?
  5. ¿Cómo te hace sentir el saber que Dios promete ser misericordioso contigo cada vez que entras en Su presencia?

 

Padre Celestial mientras vas renovando mi vida sé que voy a pecar aunque es lo que menos deseo, sin embargo puedo ir confiadamente ante Ti gracias a que mi amado Jesús abrió la puerta que me separaba de tu presencia. Es tan bueno saber que siempre que me acerco a Ti recibo gracia y misericordia, justo lo que más necesito para seguir adelante en este caminar contigo.