Habla Honestamente

 

 

Jueves 18 de enero de 2018

 

Imagínate que por toda una semana tuvieras que hablar con honestidad. Imagínate, que por una semana entera las personas más cercanas a ti, no solo pudieran escuchar lo dices, sino que también pudieran escuchar lo que piensas. Seamos sinceros, a veces somos deshonestos cuando hablamos. Como cuando alguien te invita a cenar y te dice, no has comido casi nada, ¿no te gustó la comida? Y le respondes: sí, está muy buena pero no tengo mucha hambre, cuando en realidad lo que estás pensando es que eso no hay quien se lo coma. Todos hemos estado en situaciones en las que la mejor opción es no decir lo que realmente estamos pensando. No estoy sugiriendo que deberíamos mentir, pero expresar todo lo que estamos pensando no es algo que debamos hacer tampoco.

 

 Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. – Mateo 6: 7-8 NVI.

 

Dios es el Autor de todas las palabras y Su Hijo Jesús es la Palabra de Vida y ninguna cantidad o combinación de palabras que puedas formular jamás van a impresionar o a conmover a tu Dios. Desde Su perspectiva, cuánto oras o qué palabras usas al orar no es lo que tu Padre Celestial está buscando, es la honestidad con la que le hablas lo que Él está buscando. Tu Padre Celestial ya sabe lo que vas a decir incluso antes de que se lo digas. Si este es el caso, entonces ¿para qué orar? La oración no se trata de impresionar a Dios o intentar convencerlo de que haga algo por nosotros; la oración se trata de determinar un tiempo y escoger un lugar donde podamos desarrollar una relación de confianza y amor con Él, no solo como Dios, sino una relación entre Padre e hijo o hija. Sin embargo, sin honestidad eso no es posible.

 

Si bien en ocasiones se te va a hacer imposible ser completamente transparente con todas las personas que te rodean, aun con aquellos que amas y que más te aman, cuando se trata de tu Padre Celestial, puedes ser completamente honesto con Él. Él sabe lo que estás pensando, lo bueno y lo malo, pero aun así te invita a Su presencia. Sin embargo, no pienses ni por un momento que Dios se conmueve por la combinación o cantidad de palabras que utilizas al orar; Es la honestidad con la que le hablas lo que lo conmueve. Por eso al orar el enfoque principal debería ser hablar honestamente con Él. Dile a Dios lo que te gusta y lo que no te gusta, cuéntale sobre tus preocupaciones y temores, sobre tus incoherencias y promesas que no le cumpliste. Cuéntale sobre tus malos pensamientos y tus pecados, sobre tus altibajos. La verdad del asunto es que Dios escucha cada uno de tus pensamientos, incluso aquellos que has olvidado, así que habla honestamente con Él; después de todo Él conoce todo de ti y aun te ama de la misma manera. Dios nunca podría amarte más y nunca podría amarte menos. Si bien el ser completamente transparente puede ser un problema para las personas que te rodean, ese no es el caso con Dios. La total transparencia es lo que más busca Dios cuando entras en Su presencia.

 

 

Preguntas:

  1. ¿Cómo te sentirías si supieras que las personas más cercanas a ti estuviesen escuchando exactamente lo que estás pensando?
  2. Piensa en una ocasión en la que no fuiste completamente honesto con tus palabras, un momento en que lo que dijiste y lo que estabas pensando no era lo mismo. ¿Por qué elegiste no decir lo que estabas pensando?
  3. Cuando hablas con Dios, ¿cuál es tu enfoque? ¿hablar las palabras correctas o hablar exactamente lo que estás pensando?
  4. ¿Por qué no puedes ser completamente transparente con Dios cuando puedes ser completamente transparente con las personas que te rodean?
  5. Si cuando oras en verdad expresaras lo que piensas, ¿qué tan diferente se vería y sentiría tu vida de oración?

 

Padre Celestial gracias por amarme tal cual soy y enseñarme que puedo ir ante ti expresándote por completo lo que siento, lo que me preocupa y lo que pienso, porque Tú todo lo sabes y antes de que yo hable ya sabes exactamente lo que voy a decir. Eso cambia completamente mi perspectiva de lo que debe ser mi vida de oración; a Ti no te conmueven mis muchas palabras, sino la transparencia con la que voy ante ti.