Recompensa Sumamente Grande

 

 

Recompensa Sumamente Grande

Jueves, 15 de febrero de 2018

 

 

Pocas cosas parecen satisfacer a Dios más que el bendecir a Sus hijos. La Biblia está llena de innumerables bendiciones que nuestro Padre Celestial quiere darnos gratuitamente. Desde el principio, la Biblia dice que Dios nos creó a su imagen y semejanza, y lo próximo que hizo fue bendecirnos. No hicimos nada; no trabajamos para obtener la bendición ni tuvimos que ganarla a través de nuestro buen comportamiento. A Dios le encanta bendecir a Sus hijos. El otro lado de la moneda de las bendiciones de Dios es que a nosotros nos encanta recibirlas. Memorizamos sus promesas de bendiciones, escribimos libros dedicados exclusivamente a descubrirlas y reclamarlas. Pero muchas veces, en nuestra búsqueda de las bendiciones de Dios, nos perdemos la mayor bendición de todas.

 

Un día, de la nada, Dios se le aparece a Abram, que en ese momento tenía 75 años y le dice: «Deja tu patria y a tus parientes y a la familia de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación; te bendeciré y te haré famoso, y serás una bendición para otros. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te traten con desprecio. Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti». (Génesis 12: 1-3 NTV). ¡Qué promesa tan grande! Abram junto con su esposa, su sobrino Lot y algunos de sus obreros partieron tal y como Dios lo había instruido. Abram iba camino a reclamar y recibir las bendiciones de Dios.

 

En el camino Abram y también su sobrino Lot se convirtieron en hombres muy ricos. Ellos habían acumulado tanto ganado que la bendición se convirtió en un problema y una fuente de conflicto entre ellos. Tenían tanto que no cabían los dos en la misma tierra. La bendición se había convertido en una razón para la división, por lo que se separaron y cada uno siguió su propio camino. Precisamente en ese tiempo, estalló una guerra entre nueve reinos, cinco de ellos contra los cuatro restantes. Los reyes victoriosos saquearon la zona llevándose el botín de guerra, toda la comida y también capturaron a Lot, el sobrino de Abram, y se llevaron todo lo que poseía.

 

De repente, lo que una vez fue de gran bendición ahora se había convertido en una gran maldición. Abram eventualmente pudo rescatar a su sobrino, pero ¿qué pasó? ¿por qué  las cosas cambiaron de dirección? El problema era que Abram, en la búsqueda de la bendición de Dios, había perdido de vista al Dios que lo bendijo. Mira lo que Dios le dice a Abram después de que sucedieron estas cosas.

 

Después de estas cosas, la palabra del Señor vino a Abram en una visión, diciendo: “No temas, Abram. Yo soy tu escudo, tu recompensa sumamente grande.”- Génesis 15: 1 NKJ.

 

Cuando Dios nos bendice, la meta no es que corramos tras las bendiciones, la meta es lo que nuestro Padre Celestial quiere y desea, que corramos detrás de quien nos bendice. Porque el objetivo de las recompensas de Dios no son cosas terrenales y temporales. La meta es alcanzar la recompensa “sumamente grande”, que es Dios mismo.

 

 

Preguntas:

  1. ¿Qué hiciste para obtener las bendiciones de Dios? Por ejemplo, la salvación.
  2. ¿Abram hizo algo para merecer o ganarse las promesas de Dios?
  3. ¿Por qué fue que la bendición de Abram se convirtió en una fuente de conflicto?
  4. ¿Cuál es el propósito detrás de las bendiciones de Dios?
  5. ¿Por qué nuestra recompensa sumamente grande es Dios?

 

Padre Celestial no hay nada que yo haya hecho para merecer tus grandes bendiciones, comenzando por la salvación que me regalaste a través de tu Hijo Jesucristo. Perdóname por las veces que me has bendecido tanto que he corrido tras mis bendiciones en vez de correr hacia Ti. Tú eres la recompensa sumamente grande de mi vida, la recompensa eterna de tenerte no se compara con ninguna recompensa terrenal o temporal que me puedas dar en esta vida. Ayúdame a correr siempre hacia Ti y no hacia las bendiciones que me das.