Huyendo de Dios

 

 

 

 

Lunes, 19 de marzo de 2018

 

 

Un estudio conducido por el grupo Barna reveló que más del 60% de los no cristianos en los Estados Unidos creen que muchas de las creencias y prácticas cristianas están fuera de la norma y merecen ser consideradas extremistas. El principal asesor económico de los Estados Unidos, Lawrence Kudlov, fue ridiculizado públicamente por un canal de noticias por decir: “No importa lo que suceda, al final se llevará a cabo la voluntad de Dios”. Una presentadora de televisión ridiculizó al vicepresidente Mike Pence por su fe y comparó al cristianismo con una enfermedad mental. Y según la premiada escritora Kimberly Blaker, “los cristianos conservadores comparten similitudes sorprendentes con los terroristas talibanes”. ¿Cómo vamos a comunicarle las buenas nuevas a una generación que va huyendo de Dios?

 

No es ningún secreto que el cristianismo está pasando por tiempos difíciles, y en gran parte tenemos la culpa. No es que toda la culpa es nuestra, no, el secularismo y el secularista con gusto se llevan su parte de la culpa. Pero antes de protestar contra los que se oponen a nuestra fe cristiana, deberíamos concientizarnos mas de nuestras propias malas acciones. Fue Jesús mismo quien dijo: ¿Cómo puedes decir: “Amigo, déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo? 

 

Un día, cuando Jesús estaba enseñando en los patios del templo, algunos fariseos y maestros de la ley le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio y le dijeron: “Maestro, esta mujer fue sorprendida en el acto de adulterio. En la Ley, Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Qué dices tú? Ignorándolos, Jesús se inclinó y comenzó a escribir con el dedo en el suelo. Pero ellos seguían haciéndole la misma pregunta. Entonces Jesús se puso de pie y dijo: ¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!“. Nuevamente, Jesús se inclinó y continuó escribiendo y, uno por uno, se fueron retirando.

 

Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: —¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó?—Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más.Juan 8: 10-11 NTV.

 

Lecciones:

  1. Trabaja en ti antes que en los demás. Recuerda que en un momento éramos pecadores y hasta el día de hoy aun pecamos. Los fariseos y maestros de la ley querían que Jesús condenara a esta mujer por su pecado, pero aún no habían tratado con sus propios pecados.

 

  1. Jesús no aprueba o ignora nuestros pecados. La acusación era completamente cierta y la ley que los fariseos y los maestros citaban también era cierta. Jesús optó por lidiar con el pecado de esta mujer con gracia y verdad. Pero no lo ignoró, porque le dijo “vete y no peques más”.

 

  1. La gracia dice, no te condeno. La gracia es lo que más necesitamos cuando nuestros pecados son expuestos. Pero es tan difícil extenderla cuando nos enfrentamos con los pecados de los demás. Especialmente si pecan contra mí.

 

  1. La verdad dice, vete y no peques más. No sólo debemos trabajar en nosotros mismos antes que en los demás, sino que deberíamos trabajar en nosotros mismos con mucha más devoción que en los demás. Pero al final todos necesitaremos la gracia.

 

Conclusión

La mejor y quizás la única manera de comunicar las buenas nuevas a una generación que va huyendo de Dios no es a través de la condenación, sino a través de la gracia y la verdad. Siempre recordando que somos salvos por su gracia y que siempre debemos buscar extender su gracia.

 

Preguntas:

  1. No se puede negar que el cristianismo está atravesando tiempos difíciles, ¿cuánto de la culpa es de los mismos cristianos y por qué?
  2. ¿Por qué aceptamos tan fácilmente el regalo de la gracia de Dios, pero nos resulta difícil y, a veces, imposible extenderla?
  3. ¿Cuánta gracia te ha extendido Dios?
  4. ¿Hay personas en tu vida a quienes les estás comunicando la verdad pero sin la gracia?
  5. ¿Por qué debería ser gracia y verdad?

 

Padre Celestial perdóname por las veces que he tenido el atrevimiento de condenar a otros cuando lo único que he recibido de Ti es tu gran gracia y verdad, gracias por mostrarme lo equivocado que estoy cuando miro la astilla que tiene mi hermano en su ojo y no soy capaz de ver el tronco que tengo en el mío. Ayúdame a ser un instrumento de tu gracia, ayúdame para que todos aquellos que no te conocen nunca se sientan condenados por mí sino amados, ayúdame a ser una diferencia en esta generación que va huyendo de Ti, que puedan ver a través de mí tu gran gracia, amor y misericordia. Te lo pido en el nombre de tu Amado Hijo Jesucristo, amén.