¿Quién es Jesús?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Martes, 27 de marzo del 2018

 

Todo en la vida tiene un comienzo, un punto de partida. Toda persona, concepto, idea, logro o misión comienza en alguna parte. Quién eres, lo que haces, lo que crees y todo acerca de ti tuvo un punto de partida. Lo mismo podemos decir de la fe cristiana, tiene un comienzo, tiene un punto de partida. Para la mayoría de nosotros nuestra fe comenzó cuando éramos niños, muy probablemente alrededor del mismo tiempo en que nos enseñaron acerca de Santa Claus y el hada madrina. Pero eventualmente crecimos y descubrimos que ni Santa Claus ni el hada madrina eran reales. Y lo mismo o algo similar nos sucedió en cuanto a nuestra fe. Porque todo lo que nos dijeron acerca de nuestra fe no era exactamente correcto. Como niños, nos enseñaron que Dios era bueno y que recompensaba a las personas buenas, nos dijeron que Dios contestaba todas nuestras oraciones y nos dijeron que Dios habla. Pero cuando nos convertimos en adolescentes y adultos nos dimos cuenta de que cosas malas le sucedían a personas buenas, también de que Dios no respondía a todas nuestras oraciones y luego cuando desesperados le pedimos que nos hablara, lo que escuchamos fue un silencio. Y nuestra fe infantil muchas veces no es suficiente para poder atravesar los desafíos y dificultades de la vida.

 

La fe de muchos de nosotros comenzó cuando éramos todavía niños, sin embargo después crecimos y maduramos pero nuestra fe se quedó infantil y nunca creció. El problema es que la intención de Dios nunca fue que la bondad, o las respuestas a nuestras oraciones o cualquier otra cosa acerca de Él fuesen el punto de partida de nuestra fe. Cuando abrimos la Biblia lo que descubrimos es que Dios nos dio a Jesús como el punto de partida de nuestra fe. En el primer siglo la fe de los Judíos se basaba en las leyes de Dios, pero existía un enorme problema, era el elefante en la habitación que ninguno de ellos se atrevía a mencionar. El problema era que ninguno de ellos tenían la capacidad de guardar las leyes de Dios en las que basaban su fe. Así que se inventaron nuevas leyes e incluso cláusulas de escape para justificar su inhabilidad de cumplir su fe. Entonces Jesús apareció, murió y resucitó y el pueblo hebreo por primera vez en su historia cambió el punto de partida de su fe de las leyes de Dios a la persona de Jesús. Pero unos sesenta años después de la resurrección de Jesús, algunos de ellos comenzaron a sufrir los desafíos de una vida adulta. Y el autor del libro de Hebreos, que la mayoría de los eruditos atribuyen al Apóstol Pablo, les escribe:

 

Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe… 

– Hebreos 12: 2 NVI

 

 

El punto de partida para una fe adulta y madura es simplemente descubrir la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Quién es Jesús?

 

Gracias Jesús por enseñarme y demostrarme a través de tu nacimiento, muerte y resurrección que Tú eres el punto de partida de mi fe, y no el que sea bueno o me respondas a todas mis oraciones, gracias por enseñarme la importancia de que mi fe madure a través de ti. Ayúdame a mantener mi mirada fija en Ti, quien eres el autor de la fe y a la vez la perfeccionas.