Camina sobre el Agua

 

Miércoles, 11 de abril del 2018

 

A finales de los años 80 Morton Downey Jr era el animador más famoso de programas de opiniones en la televisión. Y lo que más lo distinguía era que constantemente fumaba cigarrillos en su programa y si tenías una opinión contraria te soplaba humo en la cara. Él fue muy criticado por su estilo controversial, especialmente por fumar, pero nunca se retractó, al contrario siempre respondía diciendo que iba a fumar hasta el día que se muriera. Hasta que le diagnosticaron cáncer en los pulmones y entonces todo cambió. En 1996 dejó su hábito de más de cincuenta años y se convirtió en un portavoz de las campañas anti-tabaco.

 

¿Por qué es que la gente comienza a hacer ejercicio cuando el médico les dice que tienen una enfermedad del corazón o comienzan a comer saludable cuando el médico les dice que su colesterol esta peligrosamente alto? Otros comienzan a manejar su dinero sabiamente cuando el banco está a punto de perder su casa o auto. Otros ignoran sus matrimonios hasta que su pareja les dice que se quiere divorciar. El problema es que la mayoría de las personas no están dispuestas a cambiar hasta que el agua les llega al cuello y están a punto de ahogarse.

 

Lo mismo es cierto cuando se trata de crecer en la fe. Sabemos que debemos cambiar, pero no estamos dispuestos a hacerlo hasta que nos encontramos con el agua al cuello. El apóstol Pedro y los discípulos estaban en el medio de una fuerte tormenta que amenazaba con hundir su barco. Lucharon durante toda la noche, pero los vientos no cesaban, se sentían sin esperanza. Entonces, de repente Jesús viene a ellos caminando sobre las aguas y al principio pensaron que se trataba de un fantasma, pero Jesús les aseguró que Él no era ningún fantasma.

 

—Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. Mateo 14: 28-32 NVI

 

Lecciones de la tormenta:

 Nunca vas a madurar en la fe hasta que el precio que estés pagando por quedarte igual es tan alto que decides cambiar.

 

Para Pedro su decisión era, quedarse en el barco y probablemente hundirse; o lanzarse al agua y caminar hacia Jesús. Pedro probablemente estaba pensando que iba a morir de cualquier manera así que decidió lanzarse al agua, pero al fijarse en la tormenta comenzó a hundirse, Jesús extendió su mano y lo sacó diciéndole: “¡Hombre de poca fe!” ¿Qué crees tú? ¿Después de esa experiencia crees que la fe de Pedro se mantuvo al mismo nivel o creció? La respuesta es obvia, sólo mira la respuesta de los discípulos: Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.

 

Padre Celestial ayúdame a hacer los cambios que son necesarios para que mi fe crezca en cada área de mi vida, sé que las tormentas son necesarias, sólo te pido que sigas sosteniéndome de tu mano poderosa como hasta ahora siempre lo has hecho.