El Crecimiento Del Hijo de Dios

Jueves, 13 de marzo

La Biblia nos dice muy poco acerca de la infancia de Jesús. Yo a veces me pregunto cómo sería Jesús de niño. ¿Sería un niño tranquilo o hiperactivo? ¿Cuáles serían sus pasatiempos favoritos? ¿Cómo interactuaba con otros niños? Realmente no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que a pesar de ser el Hijo de Dios, Jesús en muchas maneras era como todos los demás niños: no era capaz de cuidarse, protegerse o incluso alimentarse a sí mismo. Y al igual que todos los demás niños, Jesús también tuvo que crecer, madurar y finalmente, aprender quién El en verdad era. ¿Te das cuenta? El Dios que todo lo sabe vino a este mundo como un niño sin saber nada. Jesús, el Verbo hecho carne ni siquiera sabia hablar el lenguaje hebreo. Así que, como niño tendría que depender de sus padres para su cuidado y protección. Pero en algún momento Él tendría que crecer y responsabilizarse de ser quien Él es: Jesús el Salvador del mundo, Emanuel “Dios con nosotros”.

A menudo se dice que para saber a dónde uno va primero debe saber de dónde viene. Si esto es cierto, entonces también es cierto que antes de saber quién eres primero tienes que saber de dónde vienes y hacia adónde vas. Y eso es precisamente lo que Jesús se encontraba haciendo en la lectura bíblica de hoy. Encontramos a Jesús en el templo, sentado entre los maestros de la Palabra de Dios, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Yo creo que a través del testimonio de sus padres y por medio del aprendizaje de la palabra de Dios fue que Jesús descubrió de donde vino y hacia donde Él iba. Y a través del aprendizaje de dónde vino y a dónde iba, Jesús con el tiempo creció y descubrió quién Él era.

¿Sabes quién eres? ¿Sabes de dónde vienes y adónde vas? No estoy hablando simplemente de que vienes de Dios y vas al cielo. Quiero decir como Jesús, ¿sabes quién se supone que debes ser y lo que se supone que debes hacer en esta vida? Tal vez es hora de hacer lo que Jesús hizo. Quizás sea el momento de escuchar y preguntar.

Lectura Bíblica
Lucas 2:41-47

Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al cabo de tres días lo encontraron en el *templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Padre Celestial reconozco la importancia de sacar tiempo contigo, para buscarte, preguntarte, indagarte para que yo sepa quien soy como hijo tuyo. Ayúdame a escucharte y hacerte las preguntas necesarias para que yo descubra quien soy y lo que debo hacer en mi vida.