El Hijo de Dios Adoración

Miércoles, 19 de marzo

Cuando leí la segunda tentación que el diablo le lanzó a Jesús, la tentación de darle todos los reinos del mundo a cambio de la adoración, me parece que la única tentación que Jesús sintió fue la de no refrenarse. No me puedo imaginar ni por un instante que Jesús sintió la tentación de adorar al diablo. Lo que puedo imaginar es un Jesús tentado a simplemente quitarle los reinos al diablo, y Él convertirse en el Mesías que el pueblo estaba buscando. Pensémoslo por un momento, ¿no es exactamente el tipo de Mesías que el pueblo estaba buscando? ¿Un Mesías que alimenta a los pobres convirtiendo las piedras en pan, un Mesías que dicta desde su trono que es rey sobre todos los reyes y un Mesías que elimina todas las posibilidades de peligro en nuestras vidas? La tentación del diablo fue simplemente ofrecerle a Jesús la oportunidad de convertirse en el Mesías-Rey que la gente estaba buscando.

Si Jesús se hubiese rendido a la tentación, habría eliminado lo que para Dios era lo más importante, la libertad. El regalo de la libertad que desde la creación del hombre Dios le había dado a la humanidad. La libertad de escoger amarlo o de escoger rechazarlo. Nadie habría rechazado a un Mesías-Rey que alimenta a todos y elimina todos los peligros. Pero ¿ lo amarían de verdad ? La respuesta es no. En una ocasión, Jesús miró a una multitud de gente y les dijo: Ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer no porque entienden las señales milagrosas que he realizado.

Nosotros también enfrentamos la tentación, la tentación de edificar y servir nuestros propios reinos, la tentación de buscar a un Mesías-Rey, que nos ayude a edificar nuestros reinos individuales. La respuesta de Jesús a la tentación del diablo de intercambiar los reinos del mundo por adoración fue responderle, yo sólo adoro y le sirvo a Dios. Fue Jesús quien también dijo que no podemos servir a dos amos, que no se puede servir a Dios y a nuestras cosas (nuestro propio reino). Porque terminarás odiando a uno y amando al otro. Ahora somos nosotros los que tenemos la tentación, ahora somos nosotros los que tenemos que escoger; escoger a quién vamos a adorar, escoger a quién vamos a servir y escoger a quién vamos a amar.

lectura de la Biblia
Lucas 4:5-8 NVI

Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo —Sobre estos reinos y todo su esplendor —le dijo—, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido entregada, y puedo dársela a quien yo quiera. Así que, si me adoras, todo será tuyo. Jesús le contestó: —Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él.”

Padre Celestial, la tentación es real, la tentación de valorar y servir a mi propio reino terrenal por encima de tu Reino Celestial. Ayúdame a responder a la tentación de la misma manera en que Jesús lo hizo, declarando en palabras y acciones que sólo adoro y le sirvo al Señor mi Dios.