Caminando sobre el agua

 

 

Martes 01 de mayo

 

 

 

Toda persona que decide buscar a Dios lo hace por sus propias razones, pero no importa cuál sea tu razón, es sólo una cuestión de tiempo antes de que Dios te guíe hacia una situación imposible; a una situación que requerirá que tu fe se tenga que encontrar con Su fidelidad.

 

Los discípulos se encontraban con Jesús quien le predicaba a una multitud de más de diez mil personas cuando incluimos mujeres y niños. Se estaba haciendo tarde cuando los discípulos le pidieron a Jesús que despidiera a las multitudes para que pudieran ir a las aldeas para buscar algo de comer. Pero Jesús les dice: “No se tienen que ir. Denle ustedes mismos de comer”. Pero los discípulos objetaron: “Sólo tenemos cinco panes y dos peces”. “Tráigamelos acá”, les contesto Jesús. Y entonces oró a Dios y luego le dijo a los discípulos que repartiesen la comida a la multitud. Comieron todos y después de que quedaron saciados, los discípulos recolectaron doce canastas llenas de comida. Pero antes de que pudieran analizar y discutir lo que había sucedido, Jesús inmediatamente les dijo que se subiesen a un barco y que se fuesen al otro lado mientras que Jesús se quedaba para despedirse de la multitud y luego se fue a un monte a orar.

 

Más tarde por la noche, cuando el barco ya se encontraba bastante lejos, fue zarandeado por las olas porque el viento era contrario, cuando de repente los discípulos ven a alguien que viene caminando hacia ellos sobre las aguas. Como si ya no estuviesen suficientemente alarmados por las olas ahora estaban aterrados y comenzaron a gritar: “Es un fantasma”. Pero Jesús inmediatamente les dijo: “¡Cálmense! Soy Yo. No tengan miedo”.

 

 Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Mateo 14: 28-29 NVI

 

Creo que este fue el momento en que Pedro entendió la lección del milagro que Jesús hizo alimentando la multitud. Este fue el momento en que Pedro conectó el milagro que había sucedido en la tarde con su situación presente. Probablemente pensó, esta tarde Jesús nos mandó a hacer algo que era ilógico e imposible. Y todo lo que hicimos fue traerle nuestros recursos limitados, luego seguimos sus instrucciones y repartimos a la gente la comida, y de manera inexplicable, sobró más de la que repartimos. Hicimos lo que estaba a nuestro alcance, lo cual no fue suficientemente, sin embargo después vino Jesús e hizo el resto.

 

Ahora en una situación imposible, quizás de vida o muerte, Pedro le dice a Jesús: “Si eres tú, entonces pídeme que haga algo imposible, pídeme que venga a ti sobre las aguas, porque si me pides que haga algo ilógico e imposible todo lo que tengo que hacer es entregarte lo poco que tengo y luego Tú harás lo que para mí es imposible”. Y Pedro le dice a Jesús, mándame que vaya hacia ti sobre las aguas y Jesús le dijo, “ven”. Pedro se bajó del barco e hizo algo que ningún otro hombre había hecho antes o después, excepto Jesús, literalmente caminó sobre las aguas.

 

Cuando Dios te pide que te muevas de tu zona de confort; en cualquier área o situación de tu vida y cuando te pide que hagas algo que excede tus recursos y habilidades, todo lo que tienes que hacer es traerle a Dios lo que tengas, por limitado sea y luego verás que Jesús hace el resto. Aunque la situación sea imposible, cuando tu fe, por pequeña y limitada que sea, se encuentra con la fidelidad de Dios, lo imposible se hace posible. Porque siempre que obedeces el mandato de Dios activas la fidelidad de Dios.

 

Padre Celestial ayúdame a entender que cuando me sacas de mi zona de confort para que haga algo que a mí parecer es imposible, es porque Tú vas a hacer que lo imposible sea posible. Qué bueno es servir un Dios tan bueno y maravilloso que sólo me pide que tenga un poco de fe y que le lleve a Él mis recursos pequeños e limitados, porque cuando hago eso Tú siempre haces el resto.