Escogiendo ser feliz

 

 

Lunes, 25 de junio de 2018

 

Cuando menos lo esperas la vida te lanza una curva. Tenía 14 años cuando mis padres se mudaron de Puerto Rico a Colorado Springs para formar parte del ministerio del evangelista Nicky Cruz. Al principio me sentía muy feliz con el cambio, pero después de unas semanas el choque cultural fue mucho más de lo que había previsto. Los cambios fueron demasiado grandes, de un clima tropical a un frío extremo, de playas a nieve, de español a inglés, de una cultura isleña a una cultura occidental americana, y después de unas pocas semanas me sentía muy descontento y quería regresarme a Puerto Rico. Era obvio para mis padres que no yo no me sentía feliz, pero en medio de mi infelicidad mi padre me dijo las siguientes palabras: “Hijo, la verdadera felicidad no tiene nada que ver con lo que está sucediendo a tu alrededor, la verdadera felicidad tiene todo que ver con lo que está sucediendo dentro de ti. Ser feliz es una decisión”.

 

En la vida todos experimentaremos situaciones difíciles, seremos lastimados y también nosotros lastimaremos a otros, desarrollaremos algunos malos hábitos y así como algunos complejos e inseguridades. Algunos atravesaremos dificultades financieras, otros dificultades relacionales y otros sufrirán valles físicos, emocionales e incluso espirituales, pero no importa lo que estés atravesando, el ser feliz siempre será tu decisión. Y la decisión de ser feliz comienza cuando en verdad puedas reconocer que tú no estás en control y cuando enfrentes la realidad de que sólo Dios está en control. El problema es que decimos que Dios está en control pero actuamos como si nosotros fuéramos Dios e intentamos controlar nuestra imagen, a otras personas, nuestros problemas e incluso nuestro dolor. Pero mientras más tratamos de controlar más nos damos cuenta de que no tenemos el control.

 

Mateo 5: 3 (NBH/BHH)

“Felices los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.

 

En el “Sermón del Monte” Jesús se dirige a una gran multitud de hombres y mujeres totalmente desesperanzados e infelices y las primeras palabras que salieron de su boca fueron: “Felices los pobres en espíritu…” Estoy seguro de que después de muchos años de vivir bajo la opresión del imperio romano lo menos que ellos sentían era felicidad. Pero afortunadamente Jesús procede a decirles por qué deberían sentirse felices en medio de sus grandes dificultades, “porque de ellos (los que están atravesando dificultades) es el reino de los cielos”. Cuando Jesús hablaba del “reino de los cielos”, no estaba hablando de un reino físico, sino más bien de la agenda y el propósito de ese reino. En efecto Él estaba diciendo que para aquellas personas que podían llegar a reconocer que no tenían el control, ni siquiera de sus propias vidas, que sentían que su espíritu había sido quebrantado, la agenda de Dios era salvarlos y rescatarlos, pero no simplemente transformando lo que estaba sucediendo a su alrededor sino más bien transformando lo que estaba sucediendo en su interior. Pero tendrían que confiar en que Dios estaba en control y no continuar viviendo sus vidas como si ellos mismos tuvieran el control.

 

La verdadera felicidad es una decisión y el primer paso para obtenerla es reconocer que no estás en control, es reconocer que tus buenas intenciones y fuerza de de voluntad no son suficientes. La felicidad comienza cuando reconoces que necesitas otra fuente de poder; comienza por reconocer que necesitas a Dios.

 

Padre Celestial te necesito en mi vida, te necesito para todo, y el primer paso es reconocer delante de ti esa gran verdad; ayúdame para que yo te entregue el control de cada área de mi vida donde me siento herido, tengo malos hábitos o complejos e inseguridades, Tú eres el único que puede sanarme a través de tu Agenda y no la mía, la cual siempre es salvarme y rescatarme a través de tu gran amor y compasión para conmigo.