Rescatando y salvando

UN CORAZÓN CONFORME AL DE DIOS

Esta mañana mientras ayudaba a mi hija a ordenar su cuarto vi un cactus que hace tiempo compramos en Ikea juntas. Habían muchos cactus verdes y frondosos pero ella escogió justo el que estaba seco, abandonado, con sus ramas marrones y algunas rotas. Este es el que quiero mami, lo voy a rescatar. Yo la verdad que me hubiera llevado uno que tenía en mis manos muy bonito, iba a convencerla de que se llevara el que yo tenía porque después de todo no nos lo estaban regalando, pero después lo pensé mejor y me quedé callada.

Al verlo Dios me recordó que eso mismo El hace con nosotros. De todos los corazones verdes y frondosos El rescata el que está seco y roto porque pagó un precio muy alto por él. Es exactamente como nos relata en su parábola de la oveja perdida, El dejó 99 para ir a rescatar a esa sola que lo necesitaba.

Lucas 15:1-7

1 Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.» 3Él entonces les contó esta parábola: 4«Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” 7Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Para rescatar ese cactus usamos instrumentos, una jarrita para regarla, agua fresca y un poco de luz. Bueno, eso mismo somos nosotros en las manos de Dios para El poder rescatar al que está perdido. Somos la jarra que El usa, la luz de este mundo y el agua que refresca los corazones que están heridos.

Anoche también leía que un corazón conforme al de Dios no es aquel que busca ser bueno por su propia cuenta, sino es el que ama a Dios con todas sus fuerzas y a su prójimo como a sí mismo. Cuando de corazón amamos al Señor y no de labios, vamos a abrazar sus sueños, vamos a querer apoderarnos de lo que a El le aflige, y no hay nada que le importe más a Dios que buscar a las almas que están perdidas para salvarlas.

El cactus ha mejorado bastante con amor y cuidado, pero es un proceso, aún puedes ver ramas rotas que se están recuperando. Esto también me recuerda nuestro caminar con Cristo, poco a poco El va sanando, restaurando, convirtiendo lo marrón y seco en verde y frondoso.

Enamórate del propósito de Dios, porque El está completamente enamorado de ti.

Padre Celestial gracias porque me enseñas cuál es tu propósito y lo mejor es que me invitas a participar de él. Que privilegio tan grande tenemos de ser parte de tu Reino y tener la oportunidad de ser tus instrumentos para que encuentres a los que están perdidos aún.