No Tiene Sentido

Cuando leemos nuestras Biblias y vemos la manera en que Dios quiere que nos conduzcamos en cada área de nuestras vidas la mayoría de las veces no tiene sentido alguno. Y si no fuese suficiente, a veces Dios nos dice lo que Él quiere que hagamos pero no nos explica porqué. Dios dice: “quiero que perdones a esa persona”, Y tú le respondes, pero ¿porqué? Yo no le he hecho nada, al contrario. Otras veces Dios te dice: “quiero que des un porcentaje de tus ingresos” a lo que tú respondes, ¿Quieres que de? No me alcanza ni para pagar mis propias cuentas. Cuando analizamos nuestras circunstancias y evaluamos lo que Dios nos está pidiendo que hagamos, sencillamente no tiene sentido.

Cuando Dios nos pide que hagamos algo que no tiene sentido no es porque está buscando nuestra cooperación, en realidad está buscando algo de mayor importancia para Él. Dios está buscando nuestra obediencia. La razón por la que Él quiere nuestra obediencia y no nuestra cooperación es porque a través de nuestra obediencia hay algo que el quiere que descubramos.

II Reyes 5: 1-15

Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque, por medio de él, el Señor le había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo de lepra. 2En cierta ocasión los sirios, que salían a merodear, capturaron a una muchacha israelita y la hicieron criada de la esposa de Naamán. 3Un día la muchacha le dijo a su ama: « Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra.» 4Naamán fue a contarle al rey lo que la muchacha israelita había dicho. 5El rey de Siria le respondió:
—Bien, puedes ir; yo le mandaré una carta al rey de Israel. Y así Naamán se fue, llevando treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez mudas de ropa. 6La carta que le llevó al rey de Israel decía: «Cuando te llegue esta carta, verás que el portador es Naamán, uno de mis oficiales. Te lo envío para que lo sanes de su lepra.»
7Al leer la carta, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y exclamó: «¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte, para que ese tipo me pida sanar a un leproso? ¡Fíjense bien que me está buscando pleito!» 8Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué está Su Majestad tan molesto? ¡Mándeme usted a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!» 9Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo y se detuvo ante la puerta.

Aquí es donde esta historia se pone interesante, porque Dios a través del profeta Eliseo está a punto de pedirle a Naamán hacer algo que no tiene ningún sentido para él. Ahora continuemos con el pasaje de la Biblia de hoy.

Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio.» 11Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra! 12¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio?» Furioso, dio media vuelta y se marchó. 13Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: «Señor, si el profeta le hubiera mandado hacer algo complicado, ¿usted no le habría hecho caso? ¡Con más razón si lo único que le dice a usted es que se zambulla, y así quedará limpio!» 14Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! 15Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo: —Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino sólo en Israel.

Lee el versículo 15 detenidamente. Naamán no dijo: “Ahora sé que no hay otro lugar en el mundo para ser curado de la lepra, excepto el río Jordán. “No, él dijo: “Ahora sé que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel”. Naamán salió en busca de un milagro pero a través de su obediencia descubrió algo más grande que el milagro recibido, descubrió a su sanador, descubrió Dios.

Es simple, Cuando Dios nos pide algo, lo que nos pide no es para controlarnos o convertirnos en buenas personas. Lo que nos pide es para que le obedezcamos, porque cuando nuestra confianza se cruza con la fidelidad de Él en ese momento descubrimos algo más grande que un milagro, en ese momento descubrimos al hacedor de los milagros, en ese momento descubrimos a Dios.

Padre Celestial ayúdame para que cada vez que Tú me hables y me pidas que haga algo yo confíe en ti y te obedezca aunque no me haga sentido, porque cada vez que lo hago te descubro a ti y la gran fidelidad que tienes para conmigo.