David y Goliat

 

 

Miércoles, 10 de octubre del 2018

 

Los filisteos y los israelitas se encontraban estancados; por un lado estaban los filisteos acampando en una montaña y por el otro, con un valle por el medio, se encontraba el rey Saúl con todo el ejército de Israel en una postura defensiva. Ninguno de los ejércitos se atrevía a cruzar el valle y atacar primero, ya que una vez que se encontraban en el valle no tenían protección alguna. Y después de estar en este trance por algún tiempo los filisteos enviaron a Goliat, su más destacado campeón, para retar al mejor campeón de Israel a un combate mano a mano para ver si de esta forma y sin derramar mucha sangre vencía Israel o vencían los Filisteos.

 

Por cuarenta días todas las mañanas y todas las tardes Goliat salía para pronunciar su desafío: “¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!” Cada vez que Goliat lanzaba su desafío Saúl y los israelitas se acobardaban y se llenaban de miedo. Después de todo Goliat era un gigante de nueve pies y nueve pulgadas de estatura que llevaba una armadura de bronce que pesaba 125 libras, un casco de metal y protectores de bronce que le cubrían las piernas con placas de bronce conectadas para proteger sus pies. Además llevaba una espada ceñida en su cintura, una jabalina de bronce que pesaba 15 libras y su arma especial, una lanza de corto alcance capaz de penetrar la armadura de sus adversarios. Por esta razón Saúl y el ejército se sentían tan aterrorizados por Goliat y nadie quería aceptar su desafío. Eso fue hasta que apareció un joven llamado David y desató una de las batallas más famosas y breves de todo los tiempos, la batalla de David y Goliat.

 

David sale al encuentro de Goliat y antes de llegar a la línea de batalla coloca una piedra en su honda, la lanza y derrota al gran gigante.

 

Saúl y el ejército de Israel, habían visto un poderoso gigante, pero David veía a un hombre muy grande que tenía su movilidad limitada. Saúl y el ejército de Israel veían a un invencible campeón bien armado, pero David veía a un hombre que había desafiado al Dios Todopoderoso. En esta famosa batalla David nunca se vio en desventaja; más bien fue todo lo contrario, David sabía que Goliat no tenía ninguna posibilidad de vencerle. En primer lugar, Goliat estaba esperando una batalla mano a mano, pero David no tenía ninguna intención de hacer eso. Por lo tanto, cuando David fue al encuentro de Goliat no llevaba armadura, lo único que llevaba era su vara de pastor, su honda y cinco piedras. David iba a usar el tamaño de Goliat y su falta de movilidad en su contra. Los científicos dicen que desde el momento en que David lanzó la piedra de su honda tardó menos de un segundo para matar al gigante. Goliat no venía preparado para lo que le sucedió. En segundo lugar, David salió al combate entendiendo que él estaba del lado de Dios en esta batalla y con su vara en mano y antes de lanzar la piedra le dijo las siguientes palabras a Goliat:

 

“Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado.” – 1 Samuel 17:45 NVI

 

Ponerse en los zapatos de David es vivir la vida estando completamente convencido de que Dios es más grande que cualquier, problema, circunstancia o situación.

 

Padre Celestial gracias porque sé que en cada batalla que enfrento Tú eres más grande y Todopoderoso, que estás de mi lado y que me muestras las desventajas de lo que viene contra mí para que yo pueda enfrentarlo de la manera correcta y así juntos obtener la victoria.