Tú importas

 

 

Jueves 20 de diciembre de 2018.

 

En el mundo en el que vivimos la mayoría de las personas validan su existencia comprando y haciendo tantas cosas como pueden. Pero después de todas sus actividades la mayoría de ellos aun se preguntan, ¿mi vida importa? El día en que Jesucristo fue colgado en una cruz a ambos lados de Él habían dos hombres que también estaban siendo crucificados, ambos criminales. La mayoría de los criminales se convertían en esclavos del imperio romano, pero no estos hombres, lo que quiere decir que sus vidas no valían nada.

 

Si alguna vez han habido dos vidas sin valor alguno éstas tienen que haber sido la de estos dos criminales. Sabemos muy poco sobre ellos, no sabemos sus nombres, no conocemos sus historias, todo lo que sabemos es que sus crímenes merecían una sentencia de muerte. El día de su muerte se suponía que fuesen sus tres minutos de fama. Pero aun esto les sería negado, porque cuando Jesús fue colocado en el medio de ellos se convirtió en el centro de toda la atención. Para ellos ni siquiera el momento de sus muertes tendría importancia.

 

Mientras colgaban de la cruz uno de ellos comenzó a maldecir a Jesús, lanzando todo tipo de insultos y obscenidades. Pero el otro criminal lo regañó y le dijo: estamos aquí justamente por los crímenes que hemos cometido, pero este hombre no ha hecho mal a nadie. Luego, este hombre, quedándole solo minutos de vida y  quien nunca había hecho nada bueno mientras estuvo en esta tierra, le pide a Jesús que lo recuerde después de que se cumpla su sentencia de muerte.

 

Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús. – Lucas 23:42-43 NVI

 

 

Las enormes misericordias de Dios perdonaron los pecados de este hombre y la gracia inconmensurable de Dios hizo que Jesús mismo lo escoltase al cielo. Pienso que la gracia de Dios es la respuesta a una de las preguntas más apremiantes que enfrentamos: ¿mi vida importa? La gracia es la respuesta definitiva y específica de Dios diciéndote, sí, eres importante, eres mi creación, te acepto y te he adoptado en mi familia. Me importas tanto que envié a mi Hijo, no solo para que muera por ti, sino que también lo envié para que sea Él mismo quien te escolte al cielo.

 

Gracias Padre Celestial porque tu amor y gracia para conmigo no tienen límites, gracias por recordarme que enviaste a tu Hijo a morir por mí para que tenga vida y vida en abundancia mientras esté en esta tierra, inclusive hasta el momento de llevarme contigo puedo partir con la certeza de que mi amado Jesús me escoltará hasta el cielo. Qué maravilloso es saber que para ti mi vida importa, esto es más que suficiente para mí.