Las Confesiones de un Fugitivo Parte III: Corrección Total

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Hagamos un breve resumen sobre la historia de Jonás; Jonás fue llamado por Dios para ir a la ciudad de Nínive con la finalidad de llevarles un mensaje y en vez de hacer lo que Dios le mandó se montó en un barco para ir en la dirección contraria a la que el Señor lo había enviado. Entonces Dios interviene provocando una tormenta tan violenta que causó que los marineros tirasen a Jonás al mar para ellos salvar sus vidas. En el mar Dios envía a este gran pez para que se trague a Jonás, y desde el interior del vientre del pez Jonás se arrepiente y comienza a orar a Dios. Y es en esta oración donde aprendemos la lección que Jonás recibió de parte de Dios.

 

Jonás 2: 3-7

A lo profundo me arrojaste, al corazón mismo de los mares; las corrientes me envolvían, todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí. 4  Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia. ¿Cómo volveré a contemplar tu santo templo?”

5 Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del océano me envolvía;

las algas se me enredaban en la cabeza, 6 arrastrándome a los cimientos de las montañas. Me tragó la tierra, y para siempre sus cerrojos se cerraron tras de mí.

Pero tú, Señor, Dios mío, me rescataste de la fosa. 7 Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.

 

Ahora bien, imagínate que hubieras estado ahí cuando arrojaron a Jonás al mar y le hubieses preguntado si aprendió la lección, lo más seguro es que te hubiera dicho que sí y que nunca más volvería a huir de Dios. Sin embargo Dios sabe mucho más y aún no había terminado de enseñarle una lección, así que envió un gran pez para que se lo tragase y Jonás tuvo que pasar tres días en el vientre de ese pez. Dios no sólo orquestó las circunstancias que llevaron a Jonás adonde estaba Él, sino que también estaba orquestando las circunstancias que causarían que no volviese a huir.

 

La disciplina de Dios es completa

 

Yo no sé ustedes, pero cuando yo voy huyendo de Dios en cuanto las cosas empiezan a ir mal le digo: “me rindo, voy a hacer lo que digas. Pero lo que aprendemos de la historia de Jonás es que la disciplina de Dios es completa. Para Jonás fueron tres días en el vientre del pez, para ti y para mi pueden que sean semanas o tal vez meses en circunstancias muy difíciles. Pero estas circunstancias difíciles no son una indicación de cuan enojado está Dios con nosotros sino más bien es una indicación de cuánto nos ama.

 

Pues el Señor corrige a los que ama, tal como un padre corrige al hijo que es su deleite.

– Proverbios 3:12 NTV

 

Es simple, la disciplina de Dios es completa.

 

Padre Celestial gracias porque nunca te rindes conmigo, inclusive cuando me voy para el lado contrario de donde tú estás creas una serie de eventos para atraerme hacía ti y mostrarme tu total corrección para que no vuelva a huir, que a la final no es otra cosa que tu amor obrando en mí, porque Tú a quien amas lo corriges.