El fugitivo ¿Porqué huiste?

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Como pastor si alguien me preguntara, ¿quiénes son las personas más difíciles de tu iglesia? Sin pensarlo respondería que son los que están enojados, porque hay algo en las personas enojadas que causa que actúen de manera irracional. Cuando una persona está enojada puede hacer y decir las cosas más horribles sin importarle el daño que pueda causar. Es triste decirlo, pero muchas iglesias están llenas de gente enojada. Enojados porque alguien los hirió, robó u ofendió. Enojados porque ven que otras personas están siendo bendecidas y ellos piensan que se están quedando atrás. Y como creyente, cuando permites que el enojo se apodere de ti, eventualmente ese enojo irá contra Dios. Con el tiempo inclusive a Dios le harás y dirás cosas que ofenden.

Uno de los aspectos más interesantes de la historia de Jonás es que sólo cuando llegas al final es que descubres porqué huyó de Dios. Pero antes de llegar allí demos un breve repaso a la historia de Jonás. Dios llama a Jonás para llevar un mensaje a la gente en una ciudad llamada Nínive. Nínive era una ciudad tan mala que Jonás decide rechazar el llamado de Dios y se sube a un barco que va en dirección contraria. Dios interviene provocando una tormenta tan violenta que amenaza con hundir la embarcación. La tormenta luego provoca que los marineros lancen a Jonás al mar, en donde Dios tiene un gran pez que se lo traga. Desde el interior del vientre del pez Jonás clama a Dios y después de tres días, Dios hace que el pez lo vomite en tierra firme. En ese momento Dios le da a Jonás una segunda oportunidad para proclamar el mensaje. Jonás por fin entra en Nínive, una ciudad que debería haberle tomado por lo menos tres días para poder recorrerla, sin embargo al final del primer día, todas las personas, desde el rey hasta el más pequeño se habían arrepentido ante Dios.

Jonás 3:10 NVI

Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.

 

Jonás 4:1-3 NVI

Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse. 2Así que oró al Señor de esta manera: —¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes. 3Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!

Ahora por fin entendemos la razón por la que Jonás había huido de Dios, porque él sabía que Dios iba a tener compasión y que perdonaría a la gente de Nínive. Lo más irónico es que Jonás, más que cualquier otra persona, debería haber apreciado la compasión y el perdón de Dios. Jonás fue quien desobedeció a Dios, Jonás fue el que huyó de Dios. ¿Y cómo respondió Dios a Jonás? con gracia y compasión, incluso dándole una segunda oportunidad. Pero Dios le hace la siguiente pregunta a Jonás:

Jonás 4:4 NVI

4—¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —le respondió el Señor.

Jonás, ¿cómo es posible que estés actuando tan irracionalmente? ¿Cómo es que tú no quieres que yo le de a la gente de Nínive la misma gracia y compasión que te di a ti aunque no te la merecías? Ellos desde el primer momento me escucharon y se arrepintieron, no como tú que saliste huyendo. ¿Crees que tienes el derecho de enfurecerte tanto?

Muchas iglesias hoy en día están llenas de gente enojada; enojados porque alguien los ofendió, porque no les dieron el trabajo, porque las cosas no van como ellos quieren, algunos están enojados simplemente porque están teniendo un mal día, pero al final, enojados porque piensan que Dios no está interviniendo a su favor. Cuando nos enojamos el problema es que empezamos a actuar irracionalmente y a hacer y decir cosas que hieren a las personas que nos rodean y lo peor es que con el tiempo nuestra ira se vuelve contra Dios.

Y casi que puedo oír a Dios preguntando, ¿es correcto que estés tan enojado? Después del precio que tuve que pagar para rescatarte y salvarte, ¿de verdad crees que tienes el derecho de estar enojado conmigo?

Es simple, la solución al enojo es siendo agradecidos y perdonando cada vez que sea necesario.

Padre Celestial líbrame del enojo que es tan destructivo tanto para mi vida como para los que me rodean, pero sobre todo es extremadamente peligroso para mi relación contigo que es lo más importante. Te doy las gracias por todo lo que has hecho, sigues haciendo y harás por mí, porque no merezco absolutamente nada, el sólo pensar en esto me hacer estar agradecido y amarte cada vez más.