A toda hora y en todo lugar

 

 

A toda hora y en todo lugar

Jueves 11 de enero de 2018

 

Aunque no me gusta admitirlo, recuerdo una vida antes de que toda esta tecnología moderna existiera. Hoy en día podemos acceder a la música, las películas y la televisión en cualquier momento desde casi cualquier lugar. Recuerdo una vida antes de los teléfonos celulares; si quería hacer una llamada telefónica tenía que buscar un teléfono fijo. Si quería ver una película tenía que comprar un periódico o una guía de TV para saber cuándo y dónde la transmitirían. Ahora tenemos televisión a toda hora y en todo lugar. Si necesitaba realizar algún tipo de investigación, tenía que visitar una biblioteca o comprar un conjunto de enciclopedias. Hoy podemos acceder a una plétora infinita de información en línea en cualquier momento y desde cualquier lugar.

 

Debe haber sido muy difícil para las personas en los días del Antiguo Testamento relacionarse con Dios, incluso para los Héroes de ese tiempo. Héroes como Abraham, Moisés y el Rey David, que no tenían Biblias ni iglesias a las que podían asistir y peor aún, no tenían acceso a la presencia del Señor. Dios, en el mejor de los casos, hablaba esporádicamente y por medio de profetas; incluso hay un período justo antes del nacimiento de Jesús conocido como los “400 años de silencio”. Este período obtuvo su título porque durante cuatrocientos años no hay documentación de Dios hablándole a la humanidad. Y solamente el Sumo Sacerdote podía acceder al “espacio sagrado” de Dios durante ese período y una vez al año exclusivamente. Para el resto de las personas, la proximidad y la adoración a Dios dependían de cuánto se les permitiera acercarse al Templo. Sin embargo, a ninguno se les permitió entrar en el “espacio sagrado”. Durante ese tiempo, un hombre específico (el Sumo Sacerdote) adoraría y ofrecería sacrificios a favor del pueblo en un tiempo específico (una vez al año) y en un lugar específico (el Templo). Pero después de este período de cuatrocientos años, la forma en que nos relacionamos con Dios fue totalmente transformada para siempre.

 

Un día Jesús iba camino a Galilea y se detuvo a descansar junto a un pozo de agua en esa ciudad, donde entabló una conversación con una mujer de Samaria. Los samaritanos eran una comunidad de hombres y mujeres que se habían mezclado y se habían casado con los gentiles. Y por esta razón, los judíos y los samaritanos no se llevaban bien para nada. Los samaritanos adoraron a Dios en el monte Gerizim y los judíos adoraron en el templo. Mientras Jesús estaba sentado junto al pozo, la mujer samaritana le preguntó cuál era el lugar correcto para adorar a Dios, si en el Monte Gerizim o en el templo. Jesús respondió (y estoy parafraseando) si realmente quieres saber, los judíos están en lo cierto. Luego procedió a declarar algo asombroso, algo que cambiaría la relación de la humanidad con Dios para siempre.

 

Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.” – Juan 4: 23 NTV

 

En ese mismo momento, Jesús estaba declarando una nueva manera en la que podríamos relacionarnos con Dios. La adoración limitada al templo ya no sería la manera de adorar a Dios. Se estaba implementando un nuevo sistema, personas adorando en espíritu y en verdad. Esto significa que la adoración pasaría a ser de un acto llevado a cabo por una persona en una hora específica y en a un lugar específico, a un acto realizado por cualquier persona que quisiese adorar, a toda hora y en todo lugar. Jesús nos concedió la entrada a su “espacio sagrado”

 

Preguntas:

  1. ¿Cuánto más difícil crees que era para las personas del Antiguo Testamento, que no disfrutaron del mismo acceso a Dios que nosotros, el relacionarse con Dios?
  2. ¿Cómo crees que los patriarcas del Antiguo Testamento nos juzgarían siendo que tenemos acceso directo al espacio sagrado de Dios en cualquier momento y en cualquier lugar, sin embargo, parece que no podemos encontrar suficiente tiempo durante el día para estar con Dios?
  3. ¿Cómo se diferencia la adoración del Templo en comparación con la adoración en “espíritu y en verdad”?
  4. ¿Dónde y cuándo sacas tiempo para entrar en el espacio sagrado de Dios para adorarlo?

 

Padre Celestial, cuán agradecido está mi corazón de que gracias a Jesús puedo entrar en tu lugar sagrado en cualquier momento y lugar que yo desee. Gracias a Jesús puedo buscarte en espíritu y en verdad y disfrutar de una relación íntima contigo.