Abrumado por tu propósito – Bobby Cruz Jr.

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Martes, 23 de febrero,1026

Abrumado

Siempre que Dios nos revela su propósito para nuestras vidas nos vamos a sentir abrumados. Van a haber más problemas que soluciones y más preguntas que respuestas. Nunca hay suficientes recursos pero siempre hay demasiados obstáculos. Pareciera que hacer lo que Dios quiere que hagamos es imposible. La dificultad de desarrollar el propósito divino es que Dios siempre nos revela el “qué” pero nunca nos revela exactamente el “como”.

Esto es precisamente lo que le sucedió a Nehemías, él estaba claro en cuanto a lo que Dios quería que él hiciese. El problema era cómo hacerlo. No había manera de que dentro de su circunstancia se pudiera llevar a cabo esa tarea. La misión iba mucho más allá de sus talentos, habilidades y recursos. Su problema no era que no quería cumplir el propósito de Dios, su problema era cómo lograrlo con tantas limitaciones. Es precisamente esta dinámica lo que hace que sea tan fascinante ejecutar el propósito divino de Dios. Porque tu propósito divino siempre requerirá intervención divina. Desde el momento en que Dios le reveló su propósito a Nehemías Él ya sabía que Él mismo era el que se iba a encargar de supervisar y proveer todos recursos necesarios para que la reconstrucción de los muros de Jerusalén fuera un hecho.

Filipenses 1: 3-6 NVI

Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con alegría, porque han participado en el evangelio desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.

Lo que Dios comienza, Dios termina.

Cuando Dios deposita su propósito en tu corazón, él siempre preparará un camino para que pueda suceder. Tú no eres responsable de saber cómo o de qué manera vas a ejecutar el propósito de Dios para tu vida. Tu responsabilidad es la de hacer todo lo que puedas hacer y luego esperar que Dios haga todo lo demás. Sabemos lo que Nehemías hizo mientras esperaba; oraba y planificaba para el cumplimiento de su propósito. Piensa por un momento en la historia de Moisés. ¿Tú crees por un momento que Moisés tenía un plan para librar el pueblo de Israel de la esclavitud de los egipcios? ¿Tú piensas que él tenía una estrategia para salir de Egipto en dirección a la tierra que Dios les había prometido? Imagínate a Moisés huyendo del ejército egipcio, sin estrategia y sin armamentos para defenderse. ¿Recuerdas cuál fue el plan de Moisés? correr directamente hasta tener el mar rojo enfrente de él y el ejercito egipcio a sus espaldas. ¿En verdad crees que Moisés ya sabía que el mar rojo se iba a abrir en dos para que ellos pasaran por tierra seca y luego se ahogara todo el ejercito egipcio en el mar? Estoy seguro de que este no era el plan de Moisés. La buena noticias es que la responsabilidad de Moisés no era saber “cómo” lo lograría; lo único que le tocaba a él era saber “que” Dios tenía un propósito que cumplir a través de él, porque cómo se va a lograr siempre está en las manos de Dios. Gracias a Dios, porque lo que Él empieza siempre lo termina.

Padre Celestial tú comenzaste tu obra en mí y sé que la vas a terminar, lo importante es que yo sepa qué es lo que Tú quieres cumplir a través de mi vida, porque el cómo lo harás te corresponde a ti. Gracias por estar conmigo y prometerme que no estoy solo en este propósito divino, sino que yo sólo tengo que hacer mi parte mientras Tú haces la tuya, interviniendo de una manera divina y poderosa que es lo que hace que mi propósito sea fascinante.

 

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