ABUSO DE PODER

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Viernes, 14 de agosto

La tentación de abusar del Poder

Estoy seguro de que en algún momento de tu vida fuiste víctima de alguien que abusó de su poder en tu vida. Tal vez fue un miembro de la familia, tu jefe, tal vez alguien que trabajaba para ti, un policía, quizás un ministro. En algún momento de tu vida alguien utilizó su poder injustamente en contra de ti. La verdad es que todos nosotros también en algún momento u otro sentiremos la tentación de abusar de nuestro poder. Y una de las áreas en donde más sentiremos la tentación de hacer esto es cuando sentimos la necesidad de utilizar nuestro poder para protegerlo y aumentarlo.

Actuando contra Dios para proteger la bendición de Dios

¿Alguna vez has orado pidiéndole a Dios que te bendiga? Le pediste a Dios por un trabajo y te lo dieron, le pediste por una relación y se te dio y reconoces que sucedió porque fue Dios que te bendijo. Pero eventualmente tienes que escoger entre honrar a Dios y la bendición de Dios, lo que sucede es que para honrar a Dios corres el riesgo de perder la bendición que Dios te dio. Y ahora tienes que decidir si vas a utilizar tu poder para honrar a Dios o para proteger la bendición de Dios. Estás convencido de que fue Dios quien te bendijo con el trabajo pero ahora el trabajo requiere que deshonres a Dios, estás convencido de que fue Dios quien te bendijo con dinero pero ahora sientes la tentación de deshonrar a Dios con tu dinero, Reconoces que fue Dios quien te bendijo con una relación, pero ahora para mantener esta relación tu pareja te está llevando a deshonrar a Dios. Reconoces que Dios es el que te ha bendecido con algo o alguien pero ahora tienes que decidir entre honrar a Dios y la bendición de Dios.

En el primer siglo la persona judía más poderosa era Caifás, el sumo sacerdote, él era la única persona que podía entrar en la parte más interior del templo y también era el presidente del Sanedrín, que era un grupo de hombres encargados de interpretar y ejecutar la ley de Dios. Pero en aquellos tiempos llegó un hombre llamado Jesús que estaba ganando gran fama a través de sus enseñanzas y los muchos milagros que había hecho, sobre todo la resurrección de un hombre que había estado muerto por cuatro días. Estos milagros causaron que muchas personas siguiesen a Jesús, y esto les molestaba y preocupaba mucho a las personas que estaban en una posición de poder, especialmente Caifás.

Juan 11: 45-50, 53 NVI

Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron a una reunión del Consejo. —¿Qué vamos a hacer? —dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, y vendrán los romanos y acabarán con nuestro templo, e incluso con nuestra nación. Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo: —¡Ustedes no saben nada en absoluto! No entienden que les conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación. Así que desde ese día convinieron en quitarle la vida.

Nuestro Templo Nuestra Nación.

Los jefes de los sacerdotes, los fariseos y Caifás estaban todos preocupados de que por causa de Jesús ellos corrían el riesgo de perder las bendiciones que Dios les había dado, estaban preocupados de que iban a perder su templo y su nación, que por cierto no eran ni su templo ni su nación, más bien eran de Dios. Así que decidieron resistir a Dios al fin de no perderse las bendiciones de Dios.
A nosotros también Dios nos ha dado muchas y grandes bendiciones y con cada bendición que Dios nos da viene cierto grado de poder. Y vendrá el momento en que tú y yo también sentiremos la tentación de utilizar ese poder para preservar la bendición. Miramos nuestra situación personal y decimos: si hago lo que Dios quiere que yo haga en mi trabajo, en mi posición o en esta relación corro el riesgo de perder mi trabajo, mi posición o mi relación. Al igual que ellos, nosotros pensamos que este es nuestro templo y que esta es nuestra nación.

Cuando usamos el Poder para resistir a Dios es porque tememos más el perder la bendición de Dios que perder a Dios. Este es el abuso de poder más grande que existe.

Padre Celestial no permitas que todo el poder que me has dado a través de tus bendiciones sea lo que precisamente yo use para alejarme de ti. Todo lo contrario, ayúdame a honrarte siempre a ti y no a mis bendiciones, porque si no estaría abusando del poder que Tú me has dado de la peor manera posible.