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Martes, 14 de septiembre

Todo el mundo alaba pero pocas personas adoran

Cuando voy a un partido de los Miami Heat salto y grito en aprobación. En diversos conciertos me he puesto de pie para aplaudir grandes talentos musicales. He hablado palabras de reconocimiento a voluntarios y miembros del personal de la iglesia la cual Dios me ha dado el privilegio de conducir por sus increíbles esfuerzos y trabajos. Eso es la alabanza y todo el mundo lo hace, pero lo que pocas personas hacen es adorar. Alabamos a las personas por lo que hacen, pero se adoran por quienes son.

El adorar va más allá de saltar, gritar, aplaudir y hablar palabras de reconocimiento por lo que las personas hacen. La adoración implica el sacrificar tu vida voluntariamente por el objeto de tu adoración. Hay muchas personas que han hecho grandes cosas por las cuales yo estaría dispuesto a darles alabanza, pero hay muy pocas personas por las cuales yo estaría dispuesto a sacrificar mi vida, ósea adorarlos.

Romanos 12: 1 NVI

Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a Él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.

Antes de Jesús los sacerdotes traían y sacrificaban un animal vivo en el altar como un acto de sacrificio a Dios, era algo muy sangriento. Después del sacrificio se cortaba el animal en partes las cuales eran quemadas en el altar finalizando un acto de adoración a Dios. En su carta a los Romanos lo que Pablo estaba diciendo era que por causa de quien Dios es y por lo que ha hecho el sacerdote ya no debería tener que venir y sacrificar un animal como acto de adoración a Dios a favor nuestro. Más bien por causa de lo que Dios ha hecho y quien Él es deberíamos venir por nuestra cuenta al altar y ofrecerle nuestras vidas para que sean consumidas como un acto de adoración a Dios. Obviamente, Él no estaba hablando de cortar nuestros cuerpos en pedazos y luego quemarlos en el altar, sino más bien poner nuestras vidas a un lado para y vivirlas como un acto de adoración a Dios nuestro Padre Celestial, no sólo por lo que Él ha hecho, sino también por quien Él es.

La verdadera forma de adorar a Dios tiene poco que ver con gritar, aplaudir, y hablar palabras bonitas de agradecimiento. La verdadera adoración a Dios comienza cuando nos desenfocamos de nosotros mismo para vivir una vida enfocada en Dios.

Padre Celestial que mi vida sea un sacrificio vivo en amor a ti, que yo te adore todos los días a través de una vida que te glorifique a ti, desenfocado de lo que yo quiero para enfocarme en lo que tú quieres para mí, porque siempre es lo mejor. Te adoro Padre, más allá de alabarte con mis labios, quiero alabarte y adorarte con la manera en que vivo.

 

 

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