Anclado

 

 

 

Lunes, 06 de febrero

 

Arrastrado por la corriente

 

Un día te levantas y te preguntas, ¿cómo llegué aquí? ¿Cómo llegó mi familia a esto? ¿Cómo llegaron mis finanzas a este punto? ¿Cómo llegó a esto mi relación con Dios? Ya sea que te hayas percatado o no, fue la corriente de este mundo la que poco a poco te arrastró hasta llegar al lugar donde te encuentras. La verdad es que todos somos propensos a ser arrastrados por la corriente. Y lo que hace que esta dinámica sea tan peligrosa es que no sucede de un día para otro, sino que siempre empieza dando un pasito en mala dirección y a menudo cuando te percatas ya es muy tarde.

 

El rey Salomón fue uno de los hombres más ricos, famosos y poderosos de todos los tiempos. También fue el hombre más sabio en su época y después de Jesús el hombre más sabio que ha habido en la tierra. Pero toda su sabiduría, poder y riquezas no fueron suficientes para prevenir que fuese arrastrado por la corriente. Cuando estudiamos la vida de Salomón su primer mal paso parecería ser pequeño e insignificante. Pero un pequeño paso en mala dirección causó que terminase tan lejos de Dios que eventualmente lo perdió todo, incluyendo el reino.

 

El primer mal paso de Salomón comenzó desobedeciendo a Dios. Salomón temía ir a la guerra con los egipcios, así que decidió que era mejor hacer un tratado de paz con ellos. Como parte del tratado el Faraón de Egipto le dio a Salomón a una de sus hijas para que fuese su esposa. El problema es que Dios ya le había dicho a Salomón que no se casase con mujeres extranjeras y le dijo, “porque seguramente ellas apartarán tu corazón de mí”. Pero Salomón decidió que lo haría solo en esta ocasión y que sería por una buena causa, la paz. Pero el día que Salomón dio ese paso no se percató de que se había desanclado y ahora estaba siendo llevado por la corriente. Y con el tiempo, tal y como Dios se lo había advertido, permitió que su esposa egipcia estableciera altares y adoración a sus dioses paganos y un día Salomón despertó y probablemente se hizo la misma pregunta que a menudo nosotros mismo nos hacemos, ¿cómo llegué aquí?

 

1 Reyes 11: 9-11 NVI

 

Entonces el Señor, Dios de Israel, se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado de él, a pesar de que en dos ocasiones se le había aparecido y le había prohibido que siguiera a otros dioses. Como Salomón no había cumplido esa orden, el Señor le dijo: «Ya que procedes de este modo, y no has cumplido con mi pacto ni con los decretos que te he ordenado, puedes estar seguro de que te quitaré el reino y se lo daré a uno de tus siervos.

 

Todos somos propenso a dejarnos llevar por la corriente; para algunos, al igual que Salomón, es en sus relaciones, para otros es en sus finanzas y para otros es moral o éticamente. Y aunque las áreas puedan ser diferentes el error siempre es el mismo, desobedecer a Dios. Pero piensas que tus circunstancias son la excepción de la regla, y después de todo Dios entiende y es sólo esta vez.

 

La obediencia a Dios es el ancla que te permite vencer la corriente. Cuando estás de acuerdo o no, cuando te gustan los mandamientos de Dios y cuando no te gustan. Cuando entiendes y cuando no entiendes. Y cuando es conveniente y aun cuando no es conveniente. Porque, al igual que Salomón, nuestro conocimiento, posición y poder nunca son suficientes para evitar que nos dejemos arrastrar por la corriente.

 

Deuteronomio 5:33 NVI

 

Manténganse en el camino que el Señor su Dios les ordenó que siguieran. Entonces tendrán una vida larga y les irá bien en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.

 

Padre Celestial Tú eres el ancla de mi vida que evita que yo sea arrastrado por la corriente de este mundo, te pido que me ayudes a siempre estar alerto a lo que me mandas para obedecerte en todas las áreas de mi vida, sin importar que yo esté de acuerdo o no. Vale la pena obedecerte Señor, no sólo me libras de apartarme de ti, sino que me prometes una vida larga donde todo me irá bien.