Bendiciones y Gloria – Bobby Cruz Jr

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Martes, 19 de abril

Yo soy el Señor, ése es mi nombre, y no permitiré que den mi gloria a ningún otro.

– Isaías 42: 8 DHH

 

Mientras que estás enfocado en el propósito divino de Dios para tu vida; ya sea ser una buena pareja, un buen padre, un buen hijo, ser la persona correcta, encontrar la pareja ideal, desarrollar una carrera, un negocio o un ministerio; Dios, paralelo a esto, está haciendo algo que quizás ni cuenta te estás dando, Él está buscando ganarse toda la gloria para sí mismo.

 

Debo confesar que hubo un tiempo en el que yo estaba un poco confundido por la manera en que la Biblia muestra a Dios en una constante búsqueda de la gloria. Me confundía el hecho de que, por un lado la Biblia nos enseña que no debemos ser egoístas y que no deberíamos hacer nada buscando nuestra propia gloria. Por otro lado, Dios lo hace todo para buscar Su gloria y luego no la comparte con nada ni con nadie. Y aunque se me hace difícil admitirlo había una parte de mí que veía a Dios como un ser completamente egocéntrico. Pero ¡OMG! (hay Dios mío) nada podría estar más lejos de la verdad.

 

Aunque no lo sepas, el propósito de Dios para tu vida se extiende más allá de tus relaciones, el convertirte en la persona correcta, el encontrar la persona ideal o el desarrollar una carrera, negocio o ministerio. Mientras que estás consumido por los detalles de la visión que Dios te ha dado para tu vida, el propósito de Dios es llevarse toda la gloria. Su propósito divino para nuestras vidas siempre tiene un fin que va más allá de lo que nosotros estamos viendo. Específicamente, el que Dios se lleve toda la gloria y que muchos reciban la salvación. Este es el objetivo principal de Dios, su más profundo deseo.

 

Mientras que Nehemías y el pueblo estaban consumidos con los detalles de la visión de reconstruir los muros de Jerusalén, paralelo a esto, Dios estaba enfocado en llevarse la gloria, no sólo de Nehemías y los trabajadores sino de los enemigos de la visión también.

 

Nehemías 6:15 NVI

La muralla se terminó el día veinticinco del mes de elul. Su reconstrucción había durado cincuenta y dos días. Cuando todos nuestros enemigos se enteraron de esto, las naciones vecinas se sintieron humilladas, pues reconocieron que ese trabajo se había hecho con la ayuda de nuestro Dios.

 

Cuando Nehemías y los trabajadores completaron los muros, aún sus enemigos tuvieron que reconocer que la obra no se hubiese podido lograr a menos de que existiese un Dios. Recuerda que muchas de estas personas ni siquiera creían en Dios, por lo menos no en el Dios de los hebreos. Pero al ver las capacidades limitadas de Nehemías y el pueblo tuvieron que reconocer que esto se había logrado con la ayuda de Dios. Ósea que habían visto la gloria de Dios reflejada en la obra completada de la reconstrucción de los muros.

 

Cuando leí esta historia fue que me di cuenta de que Dios en realidad no es un Dios egocentrista. Al contrario, me di cuenta de que Dios no comparte su gloria con nadie porque no hay nadie como Él. Cuando yo era niño siempre pensaba que mi padre terrenal era el hombre más fuerte, más rápido e más inteligente del mundo. Y aunque todavía pienso igual, la verdad es que siempre hay alguien más fuerte, más rápido y más inteligente. Pero cuando se trata de mi Padre Celestial no hay nadie como Él; porque sin lugar a dudas Él es el más fuerte, el más rápido y el más inteligente ¡y no hay nadie que se compare con Él! ¿No es sorprendente saber que el Dios Todopoderoso está de nuestro lado? ¿No es bueno saber que no hay nadie más que merezca la gloria sino nuestro Dios? Porque si esto es cierto entonces no tenemos que preocuparnos de nada ni de nadie por que Él está de nuestra parte. ¿No es una gran noticia saber que el Dios que merece toda la gloria y que no la comparte con nadie está contigo y conmigo?

 

Nehemías y el pueblo terminaron la reconstrucción de los muros y Dios recibió la gloria, mientras que Nehemías y el pueblo recibieron las bendiciones.

 

¡Padre Celestial que fuerte, rápido e inteligente eres! No hay nadie como Tú, ni en mi vida ni en este mundo completo. Gracias porque trabajas en mí y a favor de mí, para luego llevarte la gloria que sólo Tú mereces; y aún así tu amor, gracia, misericordia y bondad es tan grande que permites que yo me lleve las bendiciones. Que gran paz le da a mi vida esta gran verdad y me hace amarte cada vez más.