Comenzando desde el principio

 

 

Viernes, 23 de junio

 

En matemáticas, si primero no aprendes a contar nunca podrás sumar o restar. En la gramática, si no aprendes el alfabeto, nunca podrás leer y escribir. Si vas a utilizar un GPS para que te guíe a algún lugar, el GPS tiene que saber tu lugar de partida antes de que puedas llevar. Lo mismo ocurre con la fe, si no sabes dónde comienzas va ser difícil llegar a tu destino.

 

Es triste, pero la mayoría de los creyentes no saben el origen de su fe. Para la mayoría de los creyentes sus creencias han sido moldeadas por sus experiencias personales, pero fuera del marco de referencia  de los orígenes de la fe. Es similar a tratar de sumar y restar sin saber primero contar, o tratar de leer o escribir sin saber el alfabeto. No hay nada malo en aprender de nuestras experiencias, pero mientras más entiendas los comienzos de la fe, más fácil te será caminar en tu fe.

 

Al principio el hombre escogió desconfiar y por lo tanto desobedecer la única ley que Dios había establecido. “De todos los arboles puedes comer pero nunca comas del árbol del conocimiento del bien y del mal”. Como probablemente ya sabes, el hombre decidió no confiar en Dios y por primera vez el pecado fue introducido en el mundo y creó un desastre tan grande que ninguna persona individualmente o grupo de personas podía arreglar la situación. Ahora Dios quien no creó tenía un grave dilema en sus manos, o permitía que la humanidad se ahogara totalmente en la muerte y la destrucción o se enrollaba las mangas y comenzaba a limpiar el reguero que nosotros habíamos creamos. Dios escogió enrollarse las mangas, decidió escoger a Abraham para comenzar el proceso de limpieza y ese comienzo se convirtió en el punto de partida de la fe que profesamos.

 

Dios no escogió a Abraham por sus asombrosas cualidades, después de todo Abraham estaba igual de desordenado por el pecado que todos los demás. Esta era la obra de Dios y escogió a Abraham para comenzar a deshacer lo que el hombre había hecho. La desconfianza condujo al reguero y Dios estableció el creer o el confiar como el punto de partida de la limpieza. Así que Dios después de conducir a Abraham a través de una serie de promesas le pidió que creyera que Él lo convertiría en una gran nación, en un hombre famoso y que se convertiría en una bendición para todos los pueblos de la tierra. Había un solo problema, Abraham era un hombre joven cuando Dios le hizo estas promesas y ahora era un hombre de edad avanzada, con una esposa también de edad avanzada y sin ningún hijo. Abraham estaba en la última etapa de su vida sin un solo hijo, mucho menos una nación, sin fama alguna y no había bendecido a nadie.

 

Pero Dios cumplió Sus promesas a Abraham, cuatro mil años después Abraham es el padre de muchas naciones, es quizás la persona más famosa de todos los tiempos y es una bendición para las tres religiones predominantes del mundo, cada una de ellas afirman que Abraham es el padre de su fe. Todo porque en una situación imposible Abraham escogió confiar en Dios.

 

Génesis 15: 6 NVI

Y Abram creyó al Señor, y el Señor lo consideró justo debido a su fe.

 

Abraham confió en Dios para hacer algo que él mismo sabía que no podía hacer; Abraham confió en Dios para hacer algo que era imposible posible. Y Dios hizo que el punto de partida de nuestra fuese simple de entender, pero a veces tan difícil de ejecutar. Confiar en Dios para que Él haga por nosotros lo que nosotros no hemos podido hacer por nosotros mismos. Es triste, pero la mayoría de los creyentes no saben que el punto de partida de su fe es la confianza. La desconfianza fue el punto de partida del desastre y ahora confiar en Dios es el punto de partida del proceso de limpieza y de nuestra fe.

 

Padre Celestial que seguridad le da a mi vida el saber que tengo un Padre Celestial que me ama tanto que nunca se rinde, que eres capaz de tomar mi reguero para hacer conmigo tu proceso de limpieza, y lo mejor de todo es que lo único que yo tengo que hacer es confiar en ti. Gracias por ser tan bueno conmigo, sigue cumpliendo en mí lo que es imposible que yo haga por mí mismo, qué bueno es depender de ti para todo amado Padre.