Comprando la felicidad

 

Lunes 30 de julio de 2018

 

Me gustaría comenzar el blog de hoy revelando uno de los peores secretos guardados en nuestras vidas, que la mayoría de nosotros somos personas egocéntricas. Ahora permíteme revelar uno de los secretos mejores guardados de la vida, que las personas egocéntricas nunca podrán ser plena y constantemente felices. Si vas a escoger ser verdaderamente feliz tendrás que considerar invertir en las vidas de otras personas.

 

Si has estado leyendo mis post durante los últimos dos meses, seguro que ya sabes que la felicidad no es algo que te va a caer del cielo, la felicidad es el resultado de las decisiones que tomamos. Desde el comienzo de esta serie descubrimos que tenemos heridas del pasado, complejos y malos hábitos en el presente que no hemos podido superar y que no nos permiten ser plenamente felices. Por esta razón dijimos que el primer paso que necesitamos dar es reconocer que hay áreas de nuestras vidas que están fuera de nuestro control y por lo tanto necesitamos una intervención divina. El paso de hoy comienza por reconocer que no vamos a tener verdadera felicidad y verdadero éxito si sólo nos enfocamos en nuestras propia felicidad. Para que haya verdadera felicidad y verdadero éxito, tendremos que tomar la decisión de rendirnos a Dios para que Él pueda utilizarnos imperfectos como somos para llevar las buenas nuevas de Cristo a los demás.

 

Mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios. Hechos 20:24 NLT

 

Una parte importantísima en cuanto a invertir en tu propia felicidad es entender que necesitas alcanzar logros con un valor real y verdadero. Porque no hay verdadera felicidad si no hay logros significativos en nuestras vidas. Y no hay logro más grande que ayudar a alguien a descubrir a Jesús, no simplemente como una figura religiosa, sino como nuestro Señor y Salvador. En nuestro caminar hacia la felicidad necesitamos entender que vivimos en un mundo lleno de personas que están heridas, llenas de complejos y de malos hábitos, y no podemos concentrarnos exclusivamente en nosotros mismos. Porque Dios quiere sanar y restaurar a otras personas a través de nuestras vidas y testimonios.

 

 

Compando la felicidad

Invierte en tu felicidad Invirtiendo en los demás.

 

 

  1. Si no asistes a una iglesia local deberías hacerlo. Pero no asistas simplemente, inscríbete para servir en un ministerio dentro de la iglesia.

 

  1. Pregúntate a ti mismo, “¿Quiénes son las personas que Dios ha puesto a mi alrededor que se beneficiarían de escuchar mi historia y lo que Dios ha hecho por mí y en mí?