Confía en el Señor

Hay muy pocas cosas que pueden impactar adversamente las vidas de hasta los creyentes más fervientes que la impaciencia o preocupación y la envidia. La razón por lo que digo esto es porque la impaciencia y la envidia van siempre acompañadas de enojo, temores, soledad y rechazo. Estas emociones son tan poderosas que a menudo nos llevan a conductas, acciones y palabras que no son parte de nuestras creencias morales, éticas, financieras y relacionales. De hecho son tan fuertes que bajo la emocion del enojo herimos a las personas que más amamos. Bajo la emoción del temor decimos y hacemos cosas que van en contra de nuestros valores y principios. Bajo la emoción de la soledad nos movemos hacia relaciones peligrosas. Y bajo la emoción del rechazo podemos sentirnos tan heridos que actuamos de manera que herimos a las personas que más amamos y dependen de nosotros.

Salmos 37: 1-7 NVI

1 No te impacientes a causa de los malignos ni tengas envidia de los malhechores, 2 porque como la hierba serán pronto cortados y como la hierba verde se secarán.

Debido a que la preoucpación y la envidia están tan llenas de emociones, éstas tienen el poder de llevarnos a tomar deciciones catastróficas. La preocupación dice: el futuro se acerca y nada mejora, al contrario las cosas van de mal en peor así que tengo que tomar el control. La envidia dice: no logro tener lo que quiero, lo que me merezco o lo que me prometieron, así que tendré que buscarlo por las buenas o por las malas. Las voces de la preocupación y la envidia pueden ser tan poderosas dentro de nosotros que nos hacen tomar decisiones financieras, éticas, morales y relacionales verdaderamente catastróficas, decisiones que en su momento le aconsejaríamos a otros que no las tomasen.

Salmos 37: 3-7 NVI

3 Confía en Jehová y haz el bien; habitarás en la tierra y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía. 7 Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados.

Cuando la preocupación y/o la envidia invaden nuestras vidas la tendencia es pensar que Dios no está en control. Tendemos a pensar: ya que Dios no está en control yo voy a tener que tomarlo. La verdad es que no importa cuales sean nuestras circunstancias; lo que veamos o lo que sintamos. “Dios siempre está en control”. La verdad del asunto es que siempre que nos enfoquemos en las circunstancias adversas, la impaciencia y la envida ejercerán el control emocional en nosotros. Pero si escogemos enfocarnos en Dios, vamos a ver y reconocer que Dios hace su mejor obra en nuestras vidas cuando estamos pasando por circunstacias difíciles. Míralo de esta manera, ¿No es verdad que la tragedia más grande en la historia de la humanidad fue la crucifixión del Hijo de Dios? Pero, ¿no es también verdad que Dios tomó la circunstancia más tragica de la humanidad y la convirtió en la bendición más grande para todos los seres humanos, la resurección de su Hijo Jesús?

En el Salmo 37 el rey David nos dice, no importa lo difícil que sean tus circunstancias, no te impacientes, no te llenes de envidia. Más bien, confía en el Señor y haz lo correcto, deléitate en el Señor, encomiéndalo todo al El, espera que El actúe a tu favor y no te olvides de que Dios está en control siempre.

Es simple, cuando las cosas no van como deseas, confia en el Señor, haz lo correcto y espera a que El actúe.

Padre Celestial yo sé que es fácil confiar en ti cuando todo está bien, pero cuando las circunstancias son difíciles tendemos a impacientarnos y llenarnos de envidia, te pido que guardes mi corazón y me ayudes a confiar en ti sin importar por lo que esté pasando, de esa manera sé que podré tomar deciciones sabias sabiendo que Tú estás en control de todo.