Confíanza

Lo que más desea nuestro Padre Celestial más que cualquier otra cosa es tener una relación creciente con nosotros, una relación caracterizada por la intimidad. Una relación como la que disfrutaba con Adán y Eva antes de que el pecado entrase al mundo. Ustedes conocen la historia, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, los bendijo y les brindó seguridad y prosperidad. Ellos no tenían temor alguno y no carecían de absolutamente nada. Dios les confió plenamente toda la creación, sin ocultar nada de ellos. Pero había un árbol específico del cual Él les ordenó que no comieran, diciéndoles que el comer del fruto de este árbol les traería la muerte. Un día la serpiente se acercó a Eva para decirle que no se puede confiar en Dios. Le dijo que nada malo le sucedería si ella comía del fruto de ese árbol, que lo único que le sucedería es que sus ojos se abrirían y ella sería igual a Dios, conociendo el bien y el mal. Probablemente sabes cómo termina esta historia, ambos Adán y Eva, decidieron que no se podía confiar en Dios y comieron de ese árbol. Desde entonces el pecado y la muerte entraron en el mundo y destruyó completamente la relación íntima que existía entre Dios y la humanidad.

El día en que Adán y Eva decidieron desobedecer a Dios la relación entre ellos
se hizo añicos. Pero Dios no iba a desistir, El encotraría la manera de volver a tener una relación con la creación hecha a su imagen y semejanza. Pero para lograrlo tendría que superar dos obstáculos que parecían imposibles: la desconfianza y el pecado. Y Dios con un solo acto logró lo imposible. Decidió enviar a su único Hijo a morir en lugar nuestro, eliminando de ésta manera el obstáculo del pecado y al mismo tiempo el de la desconfianza, al demostrarnos que Él si es un Dios en quien se puede confiar. Pero hay un pequeño problema, Dios eliminó el obstáculo del pecado al enviar a su Hijo en nuestro lugar, sin embargo Dios no nos puede obligar a confiar en El. Este es el obstáculo con el cual nostros tenemos que trabajar.

A menudo pensamos que el problema principal en nuestra relación con Dios es el del pecado cuando en realidad nuestro problema principal es el de la desconfianza. La desconfianza es lo que lleva al pecado, y confiar en Dios es lo que nos llevará de vuelta a una relación creciente con Él. Dios ya logró la parte más difícil, enviar a su Hijo para pagar por nuestros pecados y demostrar que se puede confiar en El. Nuestra parte es aprender a confiar en Él. Porque de la misma manera en que la desconfianza nos lleva al pecado y el pecado nos lleva a la muerte, el confiar en Dios nos lleva a una relación íntima con Él y la relación con Él nos lleva a tener seguridad y prosperidad.

Salmos 37: 2 NTV


Confía en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás.

Es simple, desconfiar de Dios nos lleva al pecado, el confiar en Dios nos lleva a una relación íntima con Él.

Padre Celestial tú me demostrastre a través del gran sacrificio de tu Hijo en la cruz que eres un Dios más que confiable, sin embargo hay algunas áreas de mi vida donde aún soy tentado a desconfiar. Ayúdame a confiar en ti plenamente en todo, para que yo viva tranquilo y disfrute de la prosperidad que viene de ti.