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Lunes, 22 de febrero

Todo el mundo es consumido por algo. Quizás lo que te motiva a actuar de una manera son tus problemas, enojo, culpabilidades o temores. Tal vez eres movido por tus valores, o por el deseo de prosperar o de alcanzar alguna meta. Puede que lo que te mueva sean las emociones o circunstancias de tu vida. Pero de vez en cuando ves a alguien o algo que te quebranta el corazón. Y ese algo o alguien te consume por dentro. Muchas veces Dios utiliza esas cargas que te consumen para revelarte su propósito divino en tu vida. El problema es que cuando analizas la situación te das cuenta de que no tienes los talentos, habilidades, conocimientos o recursos necesarios para hacerle frente a la situación. Estás consciente de lo que te gustaría hacer, pero el problema es que no cuentas con lo que se necesita para lograrlo.

La vida de Nehemías estaba siendo consumida por su deseo de reconstruir los muros de Jerusalén; su visión para esta ciudad era lo único en lo que podía pensar. El problema era que su situación y las circunstancias que lo rodeaban no le iban a permitir hacer nada por Jerusalén. En primer lugar, las paredes de la ciudad habían sido quemadas y derribadas hacía 150 años atrás. Y por unos 90 años personas con talentos, recursos y habilidades habían intentado la reconstrucción sin éxito alguno. En segundo lugar, Nehemías trabajaba para el hombre más poderoso del mundo en ese momento, el rey de Persia. No había manera de que el rey de Persia le diera permiso para reconstruir a Jerusalén. E incluso, si por algún milagro le diese permiso, Nehemías no tenía ni los recursos ni los conocimientos necesarios para reconstruir los muros de una ciudad y mucho menos la ciudad de Jerusalén.

Un día, el rey se percata de que Nehemías se consumía por algo que no era su trabajo como copero de Su Majestad, por lo que el rey le pregunta a Nehemías, “¿Por qué estás triste?” Lleno de miedo Nehemías se aprovecha de la oportunidad para contarle al Rey sobre la ciudad de Jerusalén y para pedirle permiso para regresar y reconstruir sus muros Para su sorpresa, el rey no sólo le concedió el permiso de ir a Jerusalén, sino que también le proporcionó el personal y los recursos necesarios para asegurar sus viajes y realizar el proyecto.

Nehemías 2: 8 NTV

Entonces el rey me concedió estas peticiones porque la bondadosa mano de Dios estaba sobre mí.

Nehemías sabía exactamente lo que quería hacer, su problema era cómo hacerlo. El propósito divino de muchas personas no se cumple, no porque no saben “qué” hacer, sino más bien porque no pueden ver “cómo” hacerlo. Pero lo que esas personas no entienden es que Dios siempre ha estado consciente de tus incapacidades, lo único que quiere es que deposites toda tu confianza en ÉL. Lo único que Dios quiere es que hagas todo lo que puedas hacer y luego que le dejes el resto a Él. Nehemías había orado incansablemente pero también se había preparado para esta oportunidad; había hecho su tarea. Sí, es verdad que su esfuerzo no era suficiente, pero cuando confías en Dios y haces todo lo que puedes hacer, entonces Él hará el resto. No fue la preparación ni las palabras de Nehemías lo que causaron que el rey accediera a su petición. Más bien fue la mano bondadosa de Dios en acción. Nehemías hizo todo lo que estaba a su alcance y luego confió en que Dios haría el resto.

Si Dios no hubiera aparecido el día en que el rey vio a Nehemías triste, bien podría haber sido su último día de vida en esta tierra. Tú sabrá que has descubierto el propósito divino de Dios para tu vida, cuando aquello que te tiene consumido trabajando te puede costar un precio muy alto si Dios no aparece.

Padre Celestial gracias porque no sólo me creaste con un propósito divino, sino que pones en mí el deseo de que me consuma, al punto de que voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para lograrlo, y por si fuera poco Tú vas a aparecer para completar lo que yo con mis limitaciones jamás podría lograr. Gracias por enseñarme siempre que tu mano bondadosa está sobre mí.

 

 

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No hay un lugar donde uno voltee que no vea cosas terribles pasando, guerras, terremotos, hambre, enfermedades, en fin, lo último que quiero es ser negativa, pero de verdad que si enciendes la tele y pones las noticias por sólo cinco minutos vas a estar de acuerdo conmigo.

Pero ¡espera un momento! ¿no estaba todo esto escrito? ¿no nos lo habían advertido hace más de dos mil años atrás? Descubre esto y más en la nueva serie que comienza el domingo que viene, Estas son Señales, ¿las estás viendo?

Domingo, 28 de febrero @ 11AM

@ Casa De Alabanza Miami