Creciendo a través de la generosidad

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Lo que voy a relatar sucedió en el verano de 1977. Apenas era un adolescente cuando mis padres nos trasladaron de nuestra casa, muy cómoda por cierto, para vivir en una montaña en San Sebastián, Puerto Rico, en donde nos unimos con otras dos familias. Allí dormíamos en bolsas de dormir bajo un árbol de mango. Nuestro baño era una letrina barata hecha con restos de madera y un agujero en el suelo. Ósea, éramos pobres.

La cosa es que unos meses antes éramos una familia rica y las otras dos familias también lo eran. ¿Qué pasó? Te voy a dar la versión corta. Unos dos años antes, mi padre se convirtió en un cristiano y leyó en la Biblia acerca de confiar en Dios y de ser generoso, así que cada vez que alguien tenía una necesidad, ya fuese un individuo, una iglesia u organización él les daba generosamente. Dicho sea de paso, se me olvidó decirles que mi padre también había dejado de trabajar porque unos cristianos le habían dicho que su profesión era ofensiva a Dios. Así fue como llegamos a ser económicamente pobres.

El otro lado de esta moneda es que no puedo recordar otro tiempo en nuestro caminar con Dios en donde nuestra fe haya crecido tanto. Fue en esa montaña que a diario experimentábamos el poder de Dios, en nosotros y también a través de nosotros. Cada día Dios proveía milagrosamente todo lo que necesitábamos. Y no pasaba un día en que alguien le entregara su vida a Cristo.

Ahora, no estoy sugiriendo que vayas y regales todo lo que tienes, eso sería irresponsable. Estoy sugiriendo que deberías ser más generoso, porque es cuando decides depositar tu confianza en Dios y no en tus finanzas que tu fe experimenta un gran crecimiento. Una última cosa, todos los que vivimos en esa montaña hemos sido grandemente bendecidos por Dios, y todos, hasta el día de hoy, seguimos siendo generosos.

1 Timoteo 6:17-19 (NVI)

A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De esa manera, al hacer esto, acumularán su tesoro como un buen fundamento para el futuro, a fin de poder experimentar lo que es la vida verdadera.

Es simple, cuando somos generosos experimentamos un crecimiento espiritual, tanto en nosotros como en las personas que nos rodean.

Padre celestial ayúdame a ser cada vez más generoso. Ayúdame a confiar en ti plenamente, que Tú siempre seas mi seguridad y no mi finanzas, porque sé que de esta manera crezco en mi relación contigo e impacto a otros positivamente.

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