Creciendo cuando la vida está fuera de control

Jueves, enero 23

La palabra “control” significa tener poder sobre algo. Todos hemos vivido lo suficiente como para entender que no siempre estamos en control. La vida va marchando bien y de repente sucede algo que nos recuerda que no estamos en control. Quizás sean circunstancias en nuestra salud, las finanzas, con nuestros seres queridos, de un momento a otro la vida está fuera de control.

En la lectura bíblica de hoy vamos a ver una de esas situaciones en que la vida se sale de control. Un día Jesús le dijo a sus discípulos que entraran en un barco para cruzar al otro lado del lago. Abordaron, partieron y Jesús se quedó dormido. De repente, una fuerte tormenta se desató, y los discípulos fueron a despertar a Jesús gritando, “Maestro, nos vamos a ahogar”. Jesús se despertó, reprendió la tormenta y de repente la tormenta se calmó. Entonces Jesús les hizo la siguiente pregunta: “¿Dónde está la fe de ustedes?” Permítanme responder a esa pregunta, la fe de ellos estaba exactamente donde está la de nosotros cuando la vida se sale de control. La fe estaba en las circunstancias. Ellos perdieron su fe cuando perdieron el control de las circunstancias. Pero al ver que la tormenta se calmó al mandato de Jesús, todos se quedaron aterrados y asombrados.

Déjame hacerte una pregunta, después de que Jesús calmó la tormenta, ¿crees que la fe de los discípulos era menor o mayor? Obviamente la fe de ellos creció. Y ese es el punto. Cuando la vida se sale de control no significa que Dios no está en control. Al contrario Dios utiliza las circunstancias que están fuera de nuestro control para hacer crecer nuestra fe. Para los discípulos, antes de la tormenta Jesús era un buen líder digno de seguir. Después de la tormenta Jesús era el único que tenía todo bajo control.

Lectura Bíblica
Lucas 8:22-25


Cierto día Jesús les dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago». Así que subieron a una barca y salieron. Mientras navegaban, Jesús se recostó para dormir una siesta. Pronto se desató una tormenta feroz sobre el lago. La barca se llenaba de agua y estaban realmente en peligro. Los discípulos fueron a despertarlo: «¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos vamos a ahogar!», gritaron. Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y a las tempestuosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma. Entonces les preguntó: «¿Dónde está su fe?». Los discípulos quedaron aterrados y asombrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros—. Cuando da una orden, ¡hasta el viento y las olas lo obedecen!».



Padre Celestial, ayúdame a entender que cuando mi vida está fuera de control no significa que Tú no estás en control. Permíteme que yo vea las circunstancias difíciles en mi vida como una oportunidad para crecer mi fe.