Cuando Dios Aparece – Bobby Cruz Jr

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Lunes 25 de abril

 

Cuando Dios se le apareció en la zarza ardiente a Moisés éste se cubrió su rostro. Cuando Dios se le apareció a Abraham cayó boca abajo en el suelo. En el libro de Apocalipsis, cuando Jesús se le apareció a Juan él cayó a sus pies como si estuviera muerto. La Biblia dice que vendrá un día en el que todo el mundo se presentará delante de Jesús y que al verlo toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es el Señor.

 

Cuando decides andar en el propósito divino de Dios para tu vida, vendrá el día en te quedarás totalmente asombrado de que Dios apareció en tu vida para actuar a tu favor. Cuando esto sucede tu atención siempre se mueve de la obra que se realizó a la fidelidad de tu Padre Celestial. Es en ese momento que vas a descubrir que el propósito de Dios para tu vida no era solamente un vehículo para hacer algo a través de ti, sino también para hacer algo en ti. Y cuando esto sucede, la respuesta natural siempre es rendirse, adorar y obedecer a Dios de manera voluntaria, sin que nadie te lo pida.

 

Cuando Nehemías y los trabajadores completaron la reconstrucción de los muros de Jerusalén no sólo sus enemigos reconocieron que Dios había intervenido a su favor, sino que ellos también tuvieron que reconocerlo. Mientras que el pueblo de Jerusalén se preparaba para regresar a sus trabajos y responsabilidades, de repente cayeron en cuenta de que en los cincuenta y dos días que les tomó para reconstruir los muros, Dios había estado trabajando a su favor. Y sin ningún anuncio el pueblo comenzó a congregarse en la plaza del pueblo y todos se inclinaron y adoraron a Dios con el rostro en el suelo.

 

Nehemías 8: 1,6 NVI

Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió al maestro Esdras traer el libro de la ley que el Señor le había dado a Israel por medio de Moisés.

 Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén y amén!». Luego adoraron al Señor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.

 

De vez en cuando Dios también aparece en nuestras vidas de una manera tangible y nos muestra un poco de su gloria. Tal vez a través de una oración contestada, quizás sanando tu cuerpo, rescatando tu matrimonio o salvándote de un accidente o acontecimiento. Y sin que nadie te lo pida caes espontáneamente de rodillas y comienzas a adorarlo. Es la ley de causa y efecto, porque siempre que Dios aparece en nuestras vidas de una manera tangible la respuesta natural de nosotros es rendirnos incondicionalmente ante Dios para adorarlo y obedecerlo. En ese momento nadie tiene que decirte que adores, nadie tiene que mandarte a leer tu Biblia y nadie tiene que decirte que lo obedezcas. Cuando Dios aparece nace en ti un hambre de estar en su presencia, eres una persona diferente, sientes un avivamiento.

 

Ese es el poder del propósito divino, porque se convierte en el vehículo que Dios utiliza para hacer algo a través de ti, pero más importante aún, dentro de ti. Es a través de su propósito para nuestras vidas que Dios aparece y nos muestra un poco de su gloria de una manera tangible e innegable y cuando esto sucede, la respuesta es rendirnos a Él voluntaria y espontáneamente para adorarlo y obedecerlo.

 

¿Padre Celestial cómo no caer a tus pies cuando nos muestras tan solo un poco de tu gloria? Mi mayor deseo es rendirme ante ti, obedecerte y adorarte cada día de mi vida, porque es un tu presencia donde sólo encuentro la paz y el amor verdadero y sin límites y es ahí donde tú trabajas en mí. Gracias por mostrarme tu gloria aunque no la merezco, no por quien yo soy, sino por quien Tú eres, un Dios compasivo y lleno de amor infinito.