Ayuda, cuando más la necesitas

 

 

Cuando más la necesitas

Viernes, 26 de enero de 2018

 

Fue hacia finales de los años 70 cuando mi familia comenzó su caminar con Jesús. Era algo increíblemente maravilloso para nosotros, el percatarnos de la existencia de Dios. Por un lado, nosotros sabíamos muy poco de Dios; pero por otro lado, muchos estaban muy interesados ​​en saber cómo había sido nuestro encuentro con Dios. Durante ese tiempo mi padre y su compañero Richie eran figuras muy famosas. Y por eso la mayoría de las iglesias de ese tiempo los rechazaron, pero algunos de ellos decidieron utilizar su fama y testimonios para llevarle el mensaje a personas que de otra manera no se acercarían a Dios. En una ocasión, mientras mi padre y Richie estaban testificando en una iglesia en la ciudad de Nueva York, llegó un pastor de la ciudad de Connecticut para invitarlos a testificar en su iglesia, algo que Richie y mi padre aceptaron gustosamente. Unos días más tarde nos subimos a un automóvil con el pastor que los había invitado y nos pusimos en marcha. En ese momento, el límite de velocidad era de 55 MPH, pero mi padre conducía cerca de las 70 MPH. Después de unos pocos kilómetros el pastor se volvió hacia mi padre y le dijo: “¿No sabes que Dios se baja del auto después de las 55 MPH?” Recuerdo haber pensado, “eso tiene sentido”. Y de inmediato mi padre se volvió hacia el pastor y le dijo, “es después de las 55 MPH que necesito que Dios se monte en el auto”.

 

Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. – Hebreos 4:16 NTV

 

La verdad es que manejar un auto por encima del límite de velocidad no es lo correcto, de hecho, desde el punto de vista bíblico se consideraría pecado. Pero también el albergar pensamientos que no deberías tener, tocar lo que no se supone que toques, el hablar lo que no se supone que hables o el hacer lo que no se supone hagas también es incorrecto y definitivamente es pecado. Y todos somos culpables de haber pecado, aun después de haber conocido a Jesús como nuestro Salvador. Y sabemos lo que es sufrir las consecuencias negativas de nuestros pecados. Pero la promesa de Dios es que siempre que nos presentemos delante de Él recibiremos misericordia y el perdón de nuestros pecados. Y gracia, la gracia que a veces elimina las consecuencias de nuestros pecados y si Dios elige no eliminar las consecuencias, entonces promete estar junto a nosotros mientras las atravesamos.

 

La gracia de Dios es siempre un regalo inmerecido, no es algo que puedas merecer o ganar. Si fuese así entonces no se llamaría gracia. La gracia es lo que Dios hace cuando las consecuencias de mi pecado arruinan mi vida y Él interviene para eliminarlas y restaurar mi vida. La gracia es lo que Dios hace cuando las consecuencias de mis pecados arruinan mi vida y Dios escoge no eliminar dichas consecuencias, pero decide estar junto a mí en medio de ellas. La gracia es lo que menos nos merecemos cuando pecamos, pero irónicamente es lo que más necesitamos cuando pecamos y, afortunadamente, es lo que Dios amablemente les ofrece a aquellos que se presentan ante Su trono cuando pecan.

 

Preguntas:

  1. ¿Qué piensas de la declaración, “es después de las 55 MPH que necesito que Dios se monte en el auto”?
  2. ¿Alguna vez has experimentado la gracia inmerecida de Dios en tu vida? ¿Cuáles fueron las circunstancias?
  3. ¿Crees que la gracia de Dios es justa o injusta? ¿Por qué?
  4. ¿Crees que puedes merecerte o ganarte la gracia de Dios?
  5. ¿Cómo, dónde y para quien está disponible la gracia de Dios?

 

Padre Celestial he experimentado tantas veces tu gracia en mi vida, en todo momento, ese gran amor tuyo que me da justo lo que menos merezco pero lo que más necesito, tu gracia y misericordia; gracias Señor amado, porque ya sea que decidas eliminar las consecuencias de mi pecado o no, siempre tu gracia me ayuda y me sostiene.