Cuenta de Fideicomiso

 

 

Cuenta de Fideicomiso

Lunes, 19 de febrero de 2018

 

 

Había una vez un hombre que estaba caminando muy cerca de un precipicio, por curiosidad decidió caminar hasta el borde para ver lo que estaba abajo. Cuando avanzaba cautelosamente, su pie resbaló sobre la grava e inmediatamente comenzó a caer. Mientras caía, extendió su mano y pudo agarrarse de un arbusto que se encontraba a un lado del acantilado. Estando colgado allí notó que el arbusto comenzó a ceder lentamente, por lo que inmediatamente clamó a Dios en voz alta: “¡Señor, sálvame!”. Tan pronto como oró, oyó que Dios le respondió: ¿Confías en mí? Sin dudarlo, el hombre respondió: “¡sí, confío en ti! Ok, si confías en mí suelta el arbusto, respondió Dios. Después de una breve pausa, el hombre gritó: “¿Habrá alguien más que me pueda ayudar?”

 

Esta historia ilustra la forma en que muchos de los creyentes perciben a Dios cuando se trata de sus finanzas. Como cristianos, creemos que Dios es nuestra fuente de seguridad, pero actuamos como si nuestras finanzas fuesen nuestra fuente de seguridad. La mayoría sabemos cómo Dios quiere que administremos nuestras finanzas, pero cuando nos encontramos colgados de un acantilado financiero y confrontados con la opción de confiar en Dios o en nuestras finanzas, lamentablemente, muchos optan por aferrarse a su arbusto financiero.

 

A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. 1 Timoteo 6:17 NVI.

 

A menudo olvidamos la maravilla del poder de Dios. Dios es tan poderoso que con o sin dinero Él puede proporcionarnos todo lo que necesitamos. El poder de Dios no se limita ni se extiende a través del dinero. Dios es mucho más grande que el dinero. De alguna manera, esto me recuerda un dilema que los Apóstoles tuvieron que enfrentar; ellos creían que Jesús era su Salvador, hasta el día en que Jesús fue arrestado y sentenciado a muerte. En sus mentes, la muerte tenía más poder que Jesús. En sus mentes, la muerte era la última palabra. Esto fue hasta que tres días después Jesús resucitó de entre los muertos. Lo mismo sucede en el área financiera, Dios es Dios cuando tenemos dinero y Dios sigue siendo igual de poderoso cuando no tenemos dinero. Dios puede sostenerte cuando hay dinero en tu cuenta y cuando no hay dinero en tu cuenta. No es hasta que lo único que nos queda es Dios que nos damos cuenta que lo que único necesitamos es a Dios.

 

Preguntas:

  1. ¿Cuánto te preocupan las finanzas? ¿Por qué?
  2. ¿Sientes más seguridad cuando tienes dinero o cuando te falta?
  3. ¿Te resulta difícil confiar (obedecer) a Dios con tus finanzas? ¿Por qué?
  4. ¿Cuál es la diferencia entre confiar en Dios o confiar en tu dinero?
  5. ¿Cómo puedes administrar tu dinero de una manera que demuestre que confías en Dios?

 

Padre Celestial ayúdame a soltar el arbusto financiero que pueda tener agarrado para poder sostenerme de tu mano poderosa; quiero obedecerte en cada área de mi vida y la financiera no es una excepción, de hecho sé que es una de las más importantes, porque adonde yo ponga mi tesoro ahí va a correr mi corazón y anhelo que mi corazón te pertenezca cada vez más a ti. Gracias por ser mi Dios y demostrarme que puedo confiar en ti sea cual sea mi circunstancia.