Dios este en control

 

 

Viernes 02 de novoembre del 2018

 

Para aquellos de nosotros que decimos que tener fe en Dios constantemente debemos responder la siguiente pregunta: ¿Puedo confiar en Dios? Y aunque para la mayoría de nosotros nuestra respuesta inmediata sería “sí” muchas veces la manera en que vivimos dice otra cosa. La manera en que manejamos nuestras finanzas, relaciones y toda situación pareciera decir lo contrario.

 

¿Puedo confiar en Dios? Esta es la pregunta que los hombres y las mujeres han tenido que responder desde el principio de la creación. Para Daniel, un joven que había sido secuestrado de su país y llevado a Babilonia, la cual eventualmente fue suplantada por el Imperio Persa, la pregunta fue si se puede confiar en Dios aun ante la muerte misma. Daniel había prosperado en gran medida bajo el mandato del rey Darío de Persia, había prosperado tanto que el rey decidió colocarlo sobre todo el imperio. Pero esto no les cayó bien a muchas personas, el hecho de que el rey estaba pensando colocar a Daniel, un hombre hebreo a cargo de todo el imperio. Por lo tanto comenzaron a buscar una manera de eliminarlo. Lo que hicieron fue que engañaron al rey aconsejándole que aprobara una ley que dijera que por un período de treinta días nadie podía orar a ningún otro Dios excepto al rey. Y el que violase la ley seria sentenciado a muerte. Inmediatamente después de que el rey aprobó esa ley arrestaron a Daniel mientras que él le oraba a Dios. Y aunque el rey buscó maneras de salvar a Daniel eventualmente fue declarado culpable y arrojado al foso de los leones. Esa noche el rey Darío se fue muy turbado y no podía ni comer, ni dormir y tan pronto como salió el sol corrió al foso de los leones para ver lo que le había sucedido a Daniel.

 

—¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Pudo tu Dios, a quien sirves tan fielmente, rescatarte de los leones? Y Daniel contestó: —¡Que viva el rey! Mi Dios envió a su ángel para cerrarles la boca a los leones, a fin de que no me hicieran daño, porque fui declarado inocente ante Dios y no he hecho nada malo en contra de usted, su Majestad. – Daniel 6:20-22 NTV

 

Daniel confió en Dios cuando a sabiendas decidió orar a Dios a pesar de la ley que le prohibía hacerlo. En ese momento me supongo que para Daniel era fácil confiar en Dios, después de todo tenía una alta posición en el reino y además estaba a punto de ser ascendido a la posición más alta de todo ese imperio. Pero su recompensa por haber confiado en Dios fue la de ser arrojado al foso de los leones. Ahora la pregunta de que si puede confiar en Dios o no toma un nuevo entorno. Porque es fácil confiar en Dios cuando estás recibiendo bendición tras bendición, pero una cosa completamente diferente es tener que confiar en Dios cuando las cosas van de mal en peor. Es fácil confiar en Dios cuando se tiene un buen empleo donde te pagan bien, lo difícil es confiar en Dios cuando Él permite que te despidan de tu trabajo. Es fácil confiar en Dios cuando todo está bien en la familia y otra muy diferente es confiar en Él cuando la familia empieza a desmoronarse.

 

Daniel decidió que iba a confiar en Dios sin importar lo que le pudiese suceder; decidió confiar cuando las cosas marchaban bien y cuando las cosas marchaban mal. Eventualmente, el rey ordenó que todos los que habían acusado a Daniel fuesen detenidos y que fuesen echados al foso de los leones con sus esposas e hijos, y antes de pudiesen llegar al piso del foso, los leones ya se los habían devorado.

 

El ponerte en los zapatos de Daniel es saber que cuando tu vida está fuera de control no significa que Dios ha perdido el control.

 

Padre Celestial gracias porque Tú eres un Dios en el que puedo confiar cuando las cosas van bien y cuando las cosas van mal, siempre Tú estás en control de mi vida y me enseñas tu gran fidelidad, amor y gracia; ayúdame a no dudar en los momentos más difíciles de mi vida, que aunque yo no sepa cómo va a terminar una situación yo no dude jamás de ti, porque quiero ser como tu siervo Daniel, que creyó en ti sin importarle las consecuencias, y como siempre Tú te glorificaste.