El equipo y el entrenador – Bobby Cruz Jr.

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Jueves, 19 de mayo

 

En los deportes ningún atleta llega a la meta por su cuenta. En los deportes de equipo, como el baloncesto, aún el mejor jugador del mundo no puede ganar un campeonato por sí solo. En los deportes individuales, como pista y campo, aún el mejor corredor necesita un equipo o por lo menos un entrenador para tener éxito. Lo mismo sucede cuando se trata del propósito de Dios para nuestras vidas. No hay manera que lo puedas lograr sin la participación de otras personas.

 

Nehemías y muchos de los habitantes de Jerusalén habían entendido que el propósito de Dios para ellos era que sus vidas fuesen reconstruidas para que ya no tuviesen que vivir en la desgracia. Pero para lograr esto primero tendrían que reconstruir los muros caídos de la ciudad de Jerusalén. Y contra todo pronóstico y con Dios a su favor en sólo cincuenta y dos días lograron reconstruir los muros. En la primera fase se había logrado la reconstrucción de los muros, ahora tocaba la reconstrucción de sus vidas. Nehemías y el pueblo entendían que querían alcanzar el éxito en la segunda fase, la reconstrucción de sus vidas, tendrían que comprometerse al sistema de valores de Dios. El mismo sistema que habían violado en el pasado y que les había ocasionado caer en desgracia. Así que decidieron crear un pacto por escrito estableciendo que ya no se casarían con extranjeros, que iban a ser financieramente fieles manteniendo el templo de Dios y que ya no negociarían en el día de reposo.

 

Después de la reconstrucción de los muros y dejando todo en orden Nehemías regresó a Persia, pero un tiempo después decidió volver a Jerusalén. Y para su sorpresa cuando llegó al templo vio que no había nadie, lo encontró descuidado y abandonado. Luego vio que estaban haciendo negocios en el día de reposo en lugar de honrar al Señor y para rematar sus hijos e hijas se estaban casando con extranjeros y ya ni siquiera hablaban el idioma hebreo.

 

Aunque todas sus promesas y compromisos los habían hecho sinceramente no fue suficiente para que alcanzaran el éxito en la reconstrucción de sus vidas. Cuando Nehemías vio que estaban violando todas las leyes que habían pactado con Dios cumplir, se enojó muchísimo y comenzó a maldecirlos, les entró a golpes y los agarró por los pelos hasta arráncaselos. Después a la fuerza volvió a establecer a los trabajadores del templo, también restableció el día de reposo y luego hizo que el pueblo le jurase a Dios que ya no desobedecerían sus leyes ni dejarían que sus hijos e hijas se casasen con extranjeros.

 

Si piensas que vas a cumplir el propósito de Dios para tu vida no lo vas a poder lograr por ti solo, vas a tener que formar parte de un equipo y tener un entrenador. Cuando Nehemías partió a Persia el pueblo regresó al mismo mal comportamiento que les había causado caer en desgracia al actuar por su cuenta y comenzar a crear su propio sistema de valores. Nehemías una vez más tuvo que asumir la posición de líder y entrenador para restablecer al pueblo como un equipo trabajando juntos y con un mismo sistema de valores.

 

1 Corintios 12:27-28 NVI

Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo. En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas.

 

Si quieres lograr el propósito divino de Dios en tu vida vas a necesitar formar parte de un equipo y contar con líderes y entrenadores. En el nuevo testamento los seguidores de Jesús formaban parte de un equipo llamado la iglesia de Jesucristo, donde tenían un líder y ninguno operaba por su cuenta. El apóstol Pablo describe la iglesia como un cuerpo perfectamente atado junto con Jesús como la Cabeza. Hoy en día muchos cristianos trabajan por su cuenta y han dejado de congregarse. Pero al igual que en los deportes, ya sea un equipo o un atleta individual, se necesita tener un entrenador y formar parte de un equipo, de esa misma manera todos necesitamos formar parte de un equipo en el cual podamos contar con líderes espirituales y entrenadores si es que vamos a ver el propósito de Dios cumplido en nuestras vidas.

 

Padre Celestial gracias por ese equipo de líderes y entrenadores espirituales que has puesto en mi vida para que yo logre llegar a la meta que has determinado para mi vida a través de tu propósito divino. Ayúdame a ser yo también parte de ese entrenamiento y liderazgo en la vida de muchas personas para que ellos puedan alcanzar su propósito divino.