El Fugitivo: Proclamando el Mensaje

En el Antiguo Testamento, la diferencia principal entre los hebreos y los gentiles es que Dios escogió al pueblo hebreo para que fuese una luz al resto del mundo y no porque fuesen mejores. Hoy en día, la principal diferencia entre los cristianos y el resto del mundo es que Dios nos ha escogido a nosotros los cristianos para que seamos una luz para el resto del mundo y no porque seamos mejores. La decisión de Dios no es un reflejo de la gracia y de la compasión por los hebreos o los cristianos, sino más bien es un reflejo de la gracia y la compasión de Dios, a pesar de quienes somos.

Un día Dios llama a Jonás para que le llevase un mensaje a la gente de Nínive, un mensaje que decía que Dios iba a destruir a Nínive al final de cuarenta días. A lo que Jonás respondió, gracias pero no gracias y salió huyendo de Dios. ¿Quién culparía a Jonás por salir corriendo? Después de todo Dios lo estaba enviando a predicar a una de las ciudades más malvadas y peligrosas de su tiempo. Y la verdad es que Jonás no es en nada diferente a aquellos que nos llamamos cristianos, porque Dios también nos ha llamado para que llevemos su mensaje, y no a las partes más peligrosas del mundo, sino a las personas que nos rodean. Sin embargo, al igual que Jonás, hemos decidido huir de Dios. Sabemos que debemos proclamar el mensaje de Dios, pero justificamos nuestra decisión diciendo: yo no estoy preparado para hacer esto y de todos modos ellos no quieren oír el mensaje. El problema es que tendemos a ponerle más énfasis a nuestra parte de llevar el mensaje que a la parte que le corresponde a Dios, que es la de preparar los corazones para recibir el mensaje. Lo subestimamos.

Después de que Dios convence a Jonás él decide obedecer a Dios y proclamar el mensaje.

Jonás 3: 1-6 NVI

La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: 2«Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar.» 3Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importancia. 4Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» 5Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento. 6Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza.

Como cristianos nos olvidamos que cuando Dios llama a una persona a hacer algo grande o pequeño Él no está dependiendo de los talentos o habilidades de la persona. Lo que a menudo olvidamos es que Dios siempre está trabajando detrás de escena para preparar las mentes y los corazones de aquellos que han de oír el mensaje, aún las mentes y los corazones de los más difíciles. Por ejemplo, históricamente sabemos que en esa parte del mundo se había producido un eclipse solar, lo que para ellos significaba algo malo. También hubieron dos plagas en el área que causó la muerte de miles de personas. Y por si fuera poco habían tres tribus guerreras a unas 100 millas de Nínive que venían a destruirlos. Cuando Jonás llegó a Nínive y comenzó a proclamar el mensaje a ellos no les iban bien. Jonás comenzó a proclamar el mensaje de Dios y para el final del primer día todos, desde el rey hasta el más pequeño, se habían arrepentido.

Jonás 3:10 NVI

Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.

Si miramos hacia atrás en nuestras vidas, podemos ver cómo Dios estaba causando que circunstancias que tuvimos que atravesar nos hicieran receptivos a su mensaje. Que no era sólo el mensajero, sino una combinación conformada por el mensajero, el mensaje y otras situaciones que estaban sucediendo en nuestras vidas en ese momento. Pero ahora nos toca a nosotros proclamar el mensaje de Dios y ser luz en este mundo. Pero al igual que Jonás nuestra tendencia es la de huir del llamado. Ya sea porque no sabemos o porque se nos olvida que Dios está trabajando detrás de escena para preparar las mentes y los corazones de las personas que van a oír el mensaje. Y creo que también nos olvidamos de que Dios no nos escoge porque somos talentosos o compasivos, sino más bien para Él mostrar Su gracia y compasión. Dios nos ha llamado a proclamar su mensaje. Y por si acaso no recuerdas cuál es el mensaje, permíteme recordártelo:

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. – Juan 3:16 NVI

Es simple, nuestra responsabilidad es la de proclamar el mensaje y la responsabilidad de Dios es la de transformar los corazones.

Padre Celestial ayúdame para que nada en este mundo sea una excusa para yo no llevar tu mensaje; al contrario, que todo lo que yo haga en mi vida sea con la intención de llevar a otros a disfrutar de una relación contigo, esto no es una elección para mí sino una responsabilidad que tengo, y tú te encargas de transformar sus corazones así como lo hiciste conmigo.