El Regalo de la Navidad.
Martes, 12 de Diciembre
No sé si te pareces a mí en esto, pero no me gusta recibir regalos. No quiero que me mal interpreten, no es que no me gusten los regalos, lo que no me gusta es que me los den. La razón por lo que digo esto es porque cada vez que una persona me regala algo automáticamente me siento en deuda con esa persona y siento que ahora tiene cierto poder sobre mí. Porque mientras más grande es el regalo más grande es la deuda y más es el poder que siento que esa persona tiene sobre mí. Si me van a regalar yo más bien prefiero que sea un intercambio, de esta manera no hay deudas. No pienso que soy el único que pienso así, porque conozco personas que tiene regalos adicionales envueltos por si acaso viene alguien con un regalo inesperado. Esto es porque la mayoría de las personas prefieren no sentirse endeudadas con otros, o permitir que otros ejerzan cierto poder sobre ellos.
Cuando se trata de regalos, muchas veces nos relacionamos con Dios de la misma manera que lo hacemos con los demás, prefiriendo intercambiar regalos para no tener que endeudarnos. Por un lado reconocemos el regalo de la salvación, pero por otro queremos que Dios reconozca nuestros sacrificios y lo bien que nos portamos. Si cierta semana me comporté excepcionalmente bien siento que tengo más accesibilidad a Dios, pero en las semanas que no me comporto tan bien supongo que Dios es menos accesible. Y la verdad es que la historia de la Navidad es completamente opuesta a esta forma de pensar.
Lucas 2: 10-11 NVI
No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.
Esto no tiene nada que ver con intercambios de regalos, ni con lo que has trabajado, ganado o merecido. Esto se trata de Dios mirando nuestra condición y decidiendo enviar a su Hijo para rescatarnos y salvarnos. Por eso es que es una “buena noticia” para todo el mundo, porque no se basa en nuestra bondad, sino más bien en la bondad de Dios. El problema es que algunas personas no creen que necesitan un Salvador y por lo tanto este regalo es insignificante para ellos. Pero cuando realmente comiences a entender que la historia de la Navidad, te darás cuenta de que no hay absolutamente ningún intercambio de regalos que pudieses ofrecerle a Dios por tu salvación y que no importa cuán duro trabajes para adquirirla, porque nunca podrás alcanzar la salvación por tu propia cuenta. Hay veces que ni siquiera podemos salvar nuestras familias, nuestras finanzas o nuestra salud, entonces ¿que nos hace pensar que podemos salvar nuestras vidas?
La salvación no es un intercambio de regalos, así que cuando realmente entiendas que Jesús es tu Salvador, tu vida cambiará dramáticamente. Y la forma en que te relacionas con Dios nunca será igual. Entonces decidirás seguir a Jesús no por quien Él es, sino por lo que ha hecho por ti. Porque cuando alguien decide salvar tu vida la reacción natural es un amor sin filtros, devoción no solicitada y agradecimiento infinito. No seguimos a Jesús porque estamos endeudados con Él, lo seguimos porque es nuestro Salvador.
¡Feliz Navidad!
¡Amado Jesús que regalo tan grande me diste! No hay nada en este mundo que yo pudiese intercambiar contigo para pagarte el regalo de la salvación porque no tiene precio. Mi vida cobró sentido, ahora tengo un propósito y un destino eterno gracias al regalo de la Navidad, estoy muy agradecido y te amo, no sólo por quien eres sino por todo lo que has hecho y haces por mí.
Robert Cruz Jr.
Bobby Cruz Jr. became Senior Pastor of CDA Miami in 1999, continuing the work that his father, Bobby Cruz began in 1980. Bobby Jr. is an engaging speaker whose passion is to lead people in a growing relationship with Jesus. He has five children and he lives with his wife Ana in Doral, FL.